“Madrid es una ciudad enorme”, “Los madrileños viven estresados”, “La gente en Madrid siempre va corriendo a todas partes”, “A los de Madrid todo les parece que está aquí al lado”. Sí, seamos sinceros: todas estas afirmaciones son ciertas. Es verdad que vamos a todos los sitios corriendo, que vivimos estresados porque siempre llegamos tarde – culpa de algún atasco, embotellamiento o tren que no llega a tiempo – que las distancias en nuestra ciudad son tan grandes que, cuando salimos de Madrid, todo nos parece que está más cerca. Sin embargo, que no se nos olvide: Madrid es tan grande, porque tiene muchas cosas y algunas, no son lo que parecen a simple vista. ¿Quién no ha caído en la trampa de creer que ha entrado en un teatro y en realidad está en una de las discotecas más conocidas de Madrid? ¿Quién no ha entrado en un callejón pequeño pensando que no habría nada y se ha encontrado a una inmensa muchedumbre comiendo churros con chocolate? En Madrid muchas cosas no son lo que parecen, por eso si circulas por la calle Lezama – una calle estrechita, con coches aparcados a los lados, entre bloques de vecinos y naves de oficinas – no vas a creer lo que se esconde unos cuantos metros por debajo del asfalto …
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