A estas alturas de la historia es de sobra conocido que desde marzo del año pasado cambiaron para siempre la forma de trabajar y el concepto del entorno de trabajo. Un cambio que afecta no solo a las empresas de tecnología y a sus clientes, sino que se amplía a todas las personas trabajadoras en general.
Esta nueva situación, unida a la de la vuelta a la normalidad y en la que las empresas estamos optando, en su mayoría, por un modelo híbrido de teletrabajo-presencialidad, ha traído grandes retos a las estructurales empresariales. El CIO, al frente de esta transformación, debe dar un paso más y evolucionar o transformar las funcionalidades que las herramientas de colaboración empresarial –como columna vertebral de este nuevo ecosistema– están teniendo en pro de la búsqueda de la productividad de los empleados.
Según IDC, un 30 % de los empleados no va a volver jamás a la oficina de la misma manera que lo hacía antes. Y el desktop as a service es un concepto y una realidad que está irrumpiendo y se está incorporado en todas las organizaciones. Ahora bien, ¿qué pasa ahora y cómo organizamos el modelo híbrido? ¿Cuál es el escenario actual y las estrategias que nos van a permitir implantar esta última modalidad?
Sin duda, el sector de la consultoría tecnológica es uno de los que más se ha visto impactado por esta nueva realidad, debido a que gran número de personas se encuentran desplazadas en oficinas de cliente. Cómo abordamos esta problemática es un tema importante para nosotros, las empresas del sector, más teniendo en cuenta que uno de los principales retos a los que nos enfrentamos es la retención y captación de talento.
El talento demanda flexibilidad
El gran reto es que, hoy en día, en el mundo de la consultoría, no es un problema conseguir proyectos, sino tener gente preparada para realizarlos. Existe una escasez de recursos y talento importante; y las personas que están capacitadas demandan el teletrabajo como condición, pero no el modelo híbrido que se está imponiendo, sino un teletrabajo que sea 100 % teletrabajo.
Un aspecto que es difícil de gestionar, porque, a veces no depende de la empresa que realiza la contratación, sino del cliente, de sus necesidades y del tipo de servicio que se esté prestando.
Por tanto, en el ámbito empresarial nos enfrentamos a un problema que no es solo tecnológico. Se trata de un problema de madurez y de cultura corporativa, de gestión del cambio, de comunicación y, por supuesto, de nuevas tecnologías, pero no lo único. Es un cambio estructural que se debe ir interiorizando paulatinamente; y que costará, pero es el modelo hacia el que tenemos que ir.
El modelo híbrido hacia el que tenemos que caminar, por tanto, es más complejo que definir que sea 100 % presencial o 100 % teletrabajo porque, para hacerlo realidad, hay que plantear múltiples cuestiones: si es posible implantarlo y cómo; realizar una gestión del cambio y de la comunicación a todos los niveles; basarse en la confianza y madurez de empleados, dirección y clientes; equiparse de recursos e infraestructuras necesarias para ser flexibles y adaptarse a las necesidades de las personas y de los clientes; integrar desarrollos que reduzcan el time to market; asegurar los entornos colaborativos tanto online como físicos; y, por último, pero muy importante establecer una política de ciberseguridad global e independiente de las ubicaciones de trabajo.
En conclusión, existe una gestión del cambio evidente, que requiere una nueva gestión de dirección y un manejo de liderazgo diferente, pero la clave está en encontrar un balance entre la demandada flexibilidad que nos va a asegurar contar con el mejor talento y los aspectos positivos que aporta a la innovación y a la creatividad el seguir manteniendo el contacto físico.
Alberto Loureiro.
Director asociado de Altia