El panorama de amenazas moderno y el estilo de defensa necesario para protegerse continúan centrándose en las personas. Lo que ahora utilizan los ciberdelincuentes es la identidad humana para conseguir sus beneficios, siguiendo un patrón o una cadena de ataque.
Ya no necesitan traspasar las numerosas capas de defensa de toda una organización. Comienzan dirigiéndose a los usuarios mediante ataques de phishing por correo electrónicos o de descarga de malware. Solamente con comprometer a un empleado, una cuenta o una identidad ya han ganado. Una vez dentro, los atacantes usarán esa información para moverse lateralmente a través de la organizaciones y alcanzar sus objetivos de ransomware o de exfiltración de datos. En otras palabras, la identidad se ha convertido en la nueva superficie de ataque y, en última instancia, el nuevo perímetro de las organizaciones.
Así las cosas, para que estas puedan proteger ese perímetro, evitar el robo de identidades y romper la cadena de ataque, lo más eficaz es romper el primer eslabón: el compromiso inicial.
Todo comienza con un correo electrónico
El email continúa como principal vector de amenazas para los ciberdelincuentes. Esto no es que sea nada nuevo. Un intento de phishing que finalmente surte efecto ofrece a los atacantes acceso a los sistemas y datos de una organización.
El phishing en España va en aumento. Entre las organizaciones que sufrieron intentos de ataques de phishing por correo electrónico en 2022, un 90 % experimentó al menos un ataque de phishing exitoso y un 24 % denunció haber tenido pérdidas financieras como consecuencia de estos incidentes. Esto supone un aumento respecto a 2021, cuando hubo un 83 % de organizaciones con phishing y solo un 9 % reportando perjuicios económicos directos.
En cuanto a los tipos de phishing capaces de otorgar acceso a los ciberdelincuentes destacan los ataques Business Email Compromise (BEC). Es una de las amenazas que avanzan con mayor rapidez y que se ha convertido para el 37 % de los CISO españoles en su mayor preocupación sobre ciberseguridad en los próximos 12 meses. Algo que no es de extrañar si se tiene en cuenta que el 90 % de las organizaciones encuestadas informó de algún intento de este ataque.
BEC es asimismo uno de los vectores de ataque por correo electrónico más perjudiciales desde el punto de vista financiero. El FBI indica que las pérdidas producidas por estos ataques subieron casi un 50 % en los últimos dos años. En ellos los ciberdelincuentes fingen ser entidades externas de confianza, usando a menudo cuentas comprometidas de proveedores o socios de confianza para infiltrarse. El objetivo final es engañar a un empleado para que confíe en que el email proviene de alguien que conoce o de quien esperaría recibir noticias.
Otra amenaza que entra normalmente en una organización a través de un correo electrónico enviado a un empleado es el ransomware. Se trata de uno de los tipos de ataque más activos y severos a los que se enfrentan las organizaciones de cualquier tamaño en la actualidad, afectando incluso a sus operación comercial. Lo que a menudo comienza con un simple clic en un email o una URL acaba en la interrupción del negocio hasta que se paguen los rescates exigidos por los ciberdelincuentes, aunque no siempre sucede así.
En España, el ransomware está también muy extendido. El 89 % de las organizaciones encuestadas sufrió un intento de ataque de ransomware el año pasado, mientras que el 72 % fue infectado con éxito. No obstante, solo la mitad recuperó el acceso a sus datos después de realizar un primer pago.
Queda claro, por tanto, el nivel de daño que puede causar a una organización si un solo empleado cae en un intento de phishing. Todo lo que se necesita es un clic. Todo esto nos muestra por qué la seguridad del correo electrónico es fundamental en las empresas. A través de una combinación técnica de reglas de gateway de email, análisis avanzado de amenazas, autenticación de correo electrónico y visibilidad de aplicaciones en cloud, las organizaciones pueden bloquear la mayoría de ataques dirigidos antes de que lleguen a sus empleados.
Una estrategia basada en personas, procesos y tecnología
Los ciberdelincuentes van a seguir confiando en la misma técnica: atacar a empleados por correo electrónico en un intento de afianzarse dentro de una organización y moverse lateralmente, causando todo el daño que sea posible. Es algo que les funciona y les seguirá funcionando a menos que las organizaciones se preparen para romper el primer eslabón de la cadena de ataque y detener el compromiso inicial.
Ese es el primer paso que deben dar las organizaciones; y, para ello, es crucial contar con una sólida estrategia de seguridad del correo electrónico. Un simple email puede comprometer a toda una organización, ya sea con ataques de Business Email Compromise (BEC), apropiación de cuentas en cloud, o bien utilizando a proveedores y otros terceros de confianza. Después de ese compromiso inicial, los ciberdelincuentes obtienen acceso al dominio, lo que les permite entrar a cuentas de correo electrónico y tener la capacidad de cometer un fraude.
Hoy en día, el perímetro de una organización es su gente, o más bien sus identidades, por lo que se necesitan nuevas herramientas para mantenerlas seguras. Fundamentalmente, las organizaciones deben implementar una estrategia de defensa en profundidad, que combine personas, procesos y tecnología.
La mejor manera de evitar que los empleados sean víctimas de amenazas por correo electrónico es, ante todo, impedir que estos emails lleguen a sus bandejas de entrada. La mayoría de los ataque comienza ahí, por lo que las organizaciones deben reconocer la necesidad de contar con una sólida seguridad del correo electrónico.
Pero no sólo deben personalizar la protección de sus empleados antes de que se produzca un ataque, sino también durante y después. Si la capa inicial de defensa se ve comprometida, se necesita contar con herramientas para poder responder instantáneamente y dar solución de forma rápida. La clave es la resiliencia. Es posible que no se puedan detener todas las amenazas, pero sí dificultar que un ataque alcance su objetivo final previsto.
Aquí las personas desempeñan un papel muy importante. Cuanto más sepan sobre posibles ataques a los que tengan que enfrentarse y qué tienen que hacer cuando llegue ese momento, más probabilidades habrá de que los bloqueen nada más verlos.
Más del 99 % de las ciberamenazas requiere la interacción humana para tener éxito. Cuando las personas son tan vitales para un ataque, deben ser también parte esencial de la defensa. Los ciberdelincuentes pasan día y noche intentando penetrar en las redes, los sistemas y los datos de organizaciones; y lo mínimo que podemos hacer es obligarles a que trabajen un poco más.
Al combinar distintas capas de protección, podemos devolverles el juego a los ciberdelincuentes para que tengan que acertar una y otra vez con sus intentos de ataque.
Fernando Anaya
Country manager de Proofpoint para España y Portugal