Google ha sido una de las últimas empresas que ha decidido firmar el Código de Buenas Prácticas para la inteligencia artificial de la Unión Europea, una iniciativa que vio la luz con el objetivo de avanzar en la regulación y el control de la IA y que no ha estado exento de polémica. Pero, ¿en qué consiste esta medida?
A grandes rasgos, el Código de Buenas Prácticas para la Inteligencia Artificial de Propósito General (GPAI) es una propuesta voluntaria que busca orientar a los proveedores de modelos de IA para que cumplan con la legislación europea vigente, en especial con la futura Ley de IA. Esta regulación pretende establecer un marco legal claro que garantice el desarrollo ético, seguro y transparente de la inteligencia artificial dentro del mercado único europeo.
Entre los principios fundamentales del Código se encuentra la transparencia, un requisito que obliga a las empresas a explicar el funcionamiento de sus algoritmos y cómo utilizan los datos para tomar decisiones automatizadas. Esta medida responde a la creciente preocupación por evitar que los sistemas de IA operen como “cajas negras”, facilitando así que los usuarios y reguladores puedan entender y supervisar sus procesos.
Otro aspecto es la protección de los derechos de autor, especialmente relevante ante la proliferación de modelos generativos que crean contenido digital. La UE busca que estos sistemas respeten la propiedad intelectual, evitando el uso no autorizado de materiales y garantizando un entorno justo para creadores y empresas del sector creativo.
La seguridad también ocupa un lugar prioritario en el Código. Dado que la IA está cada vez más presente en áreas críticas como la salud, la justicia o la infraestructura, se exige que los sistemas sean resistentes a errores, sesgos y manipulaciones maliciosas. Se promueven mecanismos para identificar y corregir fallos que puedan causar daños a las personas o a la sociedad.
Aunque la adhesión al Código es voluntaria, varias compañías relevantes han decidido sumarse para demostrar su compromiso ético y fortalecer la confianza en un mercado cada vez más regulado. Entre ellas destacan Google, OpenAI, Mistral AI y xAI, con Microsoft también manifestando su intención de adherirse próximamente. Sin embargo, no todas las grandes tecnológicas han dado este paso; Meta, por ejemplo, ha mostrado reticencias debido a que considera que el código introduce incertidumbres legales y establece medidas que podrían dificultar el desarrollo y la implementación de modelos avanzados de IA en Europa. Estas diferencias reflejan la complejidad de adaptar los modelos a las exigentes normativas y el posible impacto comercial que conlleva el cumplimiento del código.
Este escenario revela el reto al que se enfrenta la Unión Europea para equilibrar innovación y control. La intención es que el Código sirva no solo para proteger derechos y valores, sino también para fomentar un ecosistema de IA competitivo y confiable. Su éxito dependerá en gran medida del compromiso real de los proveedores y de la capacidad regulatoria para asegurar su cumplimiento.











