La irrupción repentina de la pandemia global, provocada por el coronavirus, ha causado una paralización de la economía para contener su propagación y proteger la salud de la población. Ahora, en el momento de la desescalada por fases, tendremos que empezar a mitigar las consecuencias económicas de esta emergencia sanitaria global y retomar de nuevo la actividad, trazando planes viables.
La situación es, sin duda, desafiante, pues el brote pandémico dejará tras sí un gran impacto a nivel humano, social y económico. Sin ir más lejos, Funcas, el think tank dedicado a la investigación económica y social, habla de que este año en España se perderá el 7% del PIB del país (un 9,4% si nos atenemos al pronóstico de las autoridades de la UE) y en torno a 900.000 empleos. Sin duda, esto exigirá que pongamos todo nuestro esfuerzo y los recursos disponibles para impulsar la reactivación de la economía y las empresas.
Debemos prepararnos para que, como indican numerosos estudios como EY, KPMG o McKinsey, una recuperación lo más rápida posible podría iniciarse en 2021 y alargarse uno, dos o hasta tres años para recuperar el nivel anterior a la crisis. Y, en este proceso, deberemos de sumar todos: Gobiernos, grandes empresas, pymes, autónomos, interlocutores sociales y ciudadanos.
Tras asumir el gran «shock» recibido por todos, los países, las economías, las empresas y las personas, parece claro que hay hábitos y procesos que irremediablemente tendrán que cambiar. Eso no significa que vaya a ir a peor, sino que se van a tener que reinventar formas de trabajar, comunicar y relacionarse para estar preparados frente a situaciones similares a la actual que puedan devenir en el futuro.
¿Y cuál va a ser el papel del sector tecnológico en lo que se ha denominado nueva normalidad? En Linke creemos que hay una serie de características de este sector que no se perderán, como la capacidad de innovación o la cooperación. Esto ha cobrado más relevancia durante esta crisis, por lo que veremos más oportunidades de co-innovación en un sector mucho más colaborativo.
Son precisamente estas características que identifican a este sector las que pueden garantizar que tengamos un papel crítico en la recuperación, como ya lo ha demostrado en el estado de alarma. La tecnología cloud, por ejemplo, ha ayudado a las organizaciones a adaptarse a las exigencias de la nueva situación mediante la creación de escritorios remotos, la configuración de redes privadas virtuales (VPNs) y de sistemas de videoconferencia, y el despliegue de call centers virtuales, que eran sistemas necesarios para dar continuidad a las operaciones empresariales con gran parte de los empleados teletrabajando.
Si hay algo que ha demostrado la tecnología en los últimos años, es que es un gran habilitador de oportunidades de desarrollo para las empresas y aquellas, cuyo grado de digitalización es avanzado, han podido mantener o disminuir poco su capacidad de mantener sus operaciones bajo la actual situación de confinamiento. En cambio, la situación actual que vivimos ha agravado la situación de las empresas cuyo grado de digitalización era menor, ya que dependen de sus infraestructuras tecnológicas, dimensionadas para un escenario normal.
Ante el actual panorama, estamos seguros de que, como parte de sus estrategias de reactivación, las empresas deben y van a apostar por impulsar sus planes de digitalización e innovación, más necesarios que nunca. Al igual que antes de la crisis, también van a acelerar sus proyectos de transformación y, en ellas, el modelo cloud va a seguir siendo clave, porque permite que las organizaciones se adapten rápidamente a cada situación, sin tener que hacer grandes inversiones.
En el corto plazo, la vuelta a la actividad va a conllevar un esfuerzo adicional para todos. Habrá departamentos de TI que retomen la actividad donde la habían dejado. Habrá otras compañías que dispongan de más recursos tecnológicos, por ejemplo, las que se han dotado de nuevas herramientas, como las de trabajo remoto, que podrán utilizarlas para ofrecer flexibilidad a sus trabajadores. Y finalmente habrá organizaciones que hayan aprovechado este tiempo para llevar a cabo tareas que, en situaciones normales, son más complejas de gestionar o no se acometen debido a la sobrecarga de trabajo del día a día. Son empresas que claramente han visto una oportunidad y han querido aprovecharla.
En general, prevemos una aceleración de las iniciativas de digitalización de las empresas como, por ejemplo, la implantación de herramientas de colaboración para facilitar el teletrabajo o el uso de infraestructura cloud escalable que permita a las empresas adaptar de forma directa sus costes de infraestructura a su demanda real.
El papel de cloud
Aunque la nube está ya plenamente consolidada como modelo tecnológico, tiene un amplio recorrido por delante, en la medida de que muchas compañías han iniciado el viaje, pero en los próximos meses y años las empresas moverán a cloud cada vez más funciones tecnológicas y más cargas de trabajo.
En Linke creemos que las empresas van a ir hacia un modelo XaaS, desde el que todos los servicios tecnológicos se ofrecerán en cloud, y apostarán por la automatización para aprovechar mejor sus ventajas y eliminar tareas rutinarias en pro de otras que aporten más valor. Además, en un modelo híbrido de TI habrá una mayor integración de los diferentes entornos tecnológicos de la empresa, de forma que se puedan mover las distintas cargas de trabajo en función de las necesidades corporativas.
También vemos que, al igual que sucede con los sistemas de gestión, las empresas están migrando sus data centers para poder aprovechar tecnologías como la inteligencia artificial y machine learning, big data, Internet de las Cosas, etc., que exigen una gran capacidad de cómputo.
CEO de Linke