Al menos el 60 % de la población de la Unión Europea vive actualmente en núcleos urbanos de 10.000, o más habitantes, y su movilidad genera el 40 % de todas las emisiones de CO2. Teniendo en cuenta además que Naciones Unidas prevé que a mediados de siglo el 90 % de los habitantes de España viva en ciudades, nos encontramos ante un reto sin precedentes.
Nuestras ciudades necesitan un modelo de movilidad más sostenible, que ponga al usuario en el centro y optimice el uso de todos los transportes existentes para ir a trabajar cada mañana, quedar con nuestros amigos o disfrutar de nuestro tiempo de ocio.
España es sin duda uno de los países con más proyectos relacionados con las denominadas smart cities (ciudades inteligentes). De hecho, el Plan Nacional de Ciudades Inteligentes es una de las piezas clave de la Agenda Digital de nuestro país, pero para que se conviertan en una realidad no solo debemos tener en cuenta la apuesta por energías renovables, la digitalización, el IoT o un necesario cambio en los marcos legislativos, sino que el futuro de las ciudades inteligentes pasa inevitablemente por la movilidad.
Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao y muchas del resto de ciudades de nuestro país necesitan transformar el modo en el que se mueven sus ciudadanos, que hoy en día generan más de 57 millones de desplazamientos diarios (solo en las 20 principales ciudades españolas).
Buscar nuevas alternativas al uso del coche privado y mejorar las existentes debe ser sin duda una prioridad para todos los involucrados en el desarrollo de las ciudades del futuro. Y ahí es donde la tecnología puede jugar un papel relevante, gracias a conceptos como los de “movilidad como servicio” (mobility as a service).
Se trata de conseguir que tecnología, movilidad, sostenibilidad y ciudadano vayan de la mano gracias a soluciones multimodales, que integren en un único lugar toda la oferta de transporte público y los servicios de carsharing, motosharing, bicicletas eléctricas, patinetes o ridesharing disponibles en nuestras ciudades.
Solo de esta forma podemos construir la alternativa perfecta al uso del coche privado, ofreciendo a los usuarios libertad para elegir entre todas las opciones posibles, según sus necesidades de cada momento. Y todo a través de una solución no solo más sostenible sino también mucho más económica. No podemos olvidar que un coche privado supone un coste anual de entre 6.000 y 7.000 euros, es decir, unos 500 euros mensuales. Y eso para que suela estar parado el 95 % del tiempo o lo usemos en un 80 % de las ocasiones para viajes de menos de 10 kilómetros.
En definitiva, estamos en el camino correcto para construir una movilidad más moderna y sencilla en la ciudad, que sea capaz de responder a todos los cambios que se están produciendo, tanto en densidad de población como de irrupción de nuevos modos de transporte, (incluyendo a los coches autónomos que serán una realidad en 2030). Es importante que todos nos involucremos y trabajemos juntos para que nuestras ciudades sean cada vez espacios más limpios de humos y contaminación y podamos movernos de forma más ágil, evitando atascos y ahorrando dinero.
Ion Cuervas
CEO de Wondo