Según la Real Academia de la Lengua Española el término «simplificar” se define como hacer más sencillo, más fácil o menos complicado algo.
Una palabra que solemos utilizar muy a menudo, pero que pocas veces llevamos a la práctica. Tendemos a complicarnos la vida, a pensar que la respuesta está en las cosas que pareen inalcanzables y, sin embargo, la experiencia nos dice que las ideas más sencillas y simples han sido las que mayor éxito han cosechado. Ponerle un palo a un caramelo o idear una forma de fregar el suelo en una posición más natural que la de tirarse por los suelos, son dos buenos ejemplos de ideas simples que han supuesto, para sus inventores, grandes beneficios. Entonces… ¿por qué no llevar la simplificación a las empresas? ¿Qué podemos hacer para simplificar? La respuesta está en la innovación.
Las nuevas tecnologías están pensadas para mejorar lo que existe hasta el momento y para hacer más sencillo lo que antes suponía un reto para los departamentos de tecnología. Invertir el presupuesto en mantener la tecnología obsoleta es sembrar el germen de la complejidad, mientras que invertir en innovación es lograr un grado de simplicidad considerado por muchos como la última sofisticación.
Este mes es un gran ejemplo de simplicidad, a fin de cuentas no necesita 30 días para seguir siendo un mes. Febrero nos invita a simplificar: ¡Desechemos lo que nos sobra!