La salud y el bienestar de las empresas, clientes y sus empleados son de suma importancia en esta época de crisis sanitaria. Para poder tener una visión completa del problema es necesario que las compañías monitoreen de cerca el desarrollo del COVID-19 a través de las autoridades locales y entidades como centros para el Control y la Prevención de Enfermedades o la Organización Mundial de la Salud. Y a medida que la situación evoluciona, hay que focalizar los esfuerzos en estar preparados para mantener un entorno de trabajo seguro y poder seguir actuando con casi normalidad: “business as usual”.
Durante el tiempo que dure el coronavirus es obligatorio, a nivel empresarial, limitar cualquier impacto que pueda tener en el servicio a los clientes. Y para ello es necesario contar con un programa de resiliencia de negocio robusto que explique las funciones y servicios esenciales que se van a llevar a cabo dentro de las compañías.
La seguridad, la protección y el bienestar son pilares sobre los que construir dicho programa, que tiene que ser global, integrado y compuesto por un equipo dedicado de expertos que se comprometan a mantener las operaciones funcionando con normalidad para poder ofrecer el mejor servicio posible.
El plan deber contar con las siguientes actividades:
- Habilitar el teletrabajo en las regiones impactadas en la medida de lo posible.
- Implementar una estrategia global para coordinar la oferta de servicios y soporte a los clientes.
- Proveer información sobre mejores prácticas para prevenir la propagación de cualquier enfermedad.
- Coordinar comunicaciones globales y locales con los socios, clientes y proveedores.
- Limitar todos los viajes de negocio que no sean necesarios.
Y además, desde un punto de vista sanitario, debe cubrir los siguientes aspectos:
- Directrices y protocolos para enfermedades infecciosas.
- Una estrategia de comunicación robusta.
- Concienciación y educación de los colaboradores.
- Provisión y distribución de suministros.
- Políticas de Recursos Humanos específicas para la planificación de pandemias/crisis de salud.
- Preparación y estándares de limpieza en las instalaciones.
- Protocolos de distanciamiento social.
- Monitoreo de viajes, pautas y consejos.
- Programas de bienestar para los colaboradores.
- Programas de control de infecciones, respuesta e implementación.
- Gestión de expatriados.
El equipo al frente del programa debe compartir internamente la estrategia para que los empleados sepan cómo actuar con su entorno empresarial. Y durante toda la fase de posible contagio y confinamiento las compañías deben continuar con la monitorización para poder identificar habilidades críticas y planes de contingencia y poder dar continuidad a las actividades de negocio. Y por último, estar preparado para poder cambiarla carga de trabajo, según sea conveniente, para asegurar que los servicios esenciales permanezcan operativos.
Raúl Sibaja
Head of operations de ADP Iberia