Los influencers llegaron para quedarse y si hasta ahora era algo que no competía a los directivos parece que las tornas van cambiando y algunos quieren adquirir mayor presencia en las redes sociales, convirtiéndose en referentes sociales y digitales. Pero, como todo, esto tiene sus beneficios y sus desventajas, señalan desde la agencia de comunicación Bemypartner.
Entre las ventajas un mayor reconocimiento de la marca, la humanización de la empresa, una aproximación a la sociedad con nuevos lenguajes y la transparencia corporativa. Y es que en los rankings de seguidores de redes sociales suele haber personas, no empresas, porque nos interesa lo que hacen. Humanizar una marca y transmitir sus valores es más sencillo a través de sus directivos y fundadores, sobre todo si esos líderes nos aportan credibilidad y confianza. Y a la hora de contar historias personales o vivencias aportamos transparencia.
Usar nuevos lenguajes y redes sociales con lo que ello implica también nos acerca a nuevos públicos.
En cuanto a las desventajas, la exposición a las críticas es una de ellas al no poder gustar a todo el mundo. También se corre el riesgo de caer en peligros como sufrir un riesgo reputacional como persona, lo cual acabará redundando en la organización.
Mantener un equilibrio entre la notoriedad de la persona y de la empresa es necesario si se quiere evitar que el directivo adquiera más importancia que la organización. Aquí puede darse un problema de ego que lleve a actuar en contra de los propios intereses. Por ello la estrategia de comunicación de la persona tiene que estar supeditada a la corporativa.