Tengo el privilegio de hablar con cientos de clientes al año acerca de cómo AWS puede ayudar a sus negocios a aportar más valor a sus usuarios, proporcionar mayor agilidad y crear innovaciones que nos deleiten en esta era digital. Sin embargo, en ocasiones escucho frases como, “¿Qué pasa si AWS desaparece?”, “¿Y si AWS decide acabar con determinado servicio?” o “Me preocupa que si empiezo a utilizar sus servicios nativos en la nube, quedaré atado a ellos”. Todas estas preguntas, si quedan sin respuesta, reducen o inhiben la adopción de la nube y las ventajas que aporta.
Mi respuesta no consiste en ignorar o desacreditar estas preocupaciones. Capturar el “¿Y si?” representa el primer paso en la gestión del riesgo. Cuando trabajaba con sistemas grandes y complejos durante mi época en consultoría, una de las maneras en las que nos asegurábamos de entregar a tiempo este tipo de proyectos con un elevado nivel de éxito consistía en contar con un socio de consultoría, de confianza y con experiencia, asignado como auditor de calidad independiente. Todo el mundo se tomaba extremadamente en serio estas inspecciones, puesto que las conclusiones de la auditoría iban directamente a los niveles superiores de la organización. Una forma segura de quedar señalado era no contar con un registro activo y bien gestionado de incidencias y riesgos. Desde mi punto de vista, la gestión del riesgo es una actividad esencial a la hora de proporcionar cualquier servicio (independientemente de la metodología empleada: agile, XP, waterfall, etc), incluyendo el desarrollo, gestión, operación y seguridad de aplicaciones y datos en la nube.
No obstante, tan solo preguntar y preocuparse por los “¿Y si?” no supone una gestión del riesgo. Más preocupante aún es cuando las inversiones y decisiones de negocio se toman únicamente en base a las preguntas, preocupaciones y miedos. Los riesgos se definen como eventos con un impacto negativo (pérdidas, daños, perjuicios, etc., y generalmente se representan mediante un valor monetario) y una cierta probabilidad de suceder. Enumerar los eventos sin llegar a capturar su probabilidad e impacto específicos tan solo constituye una preocupación o miedo.
Gestión de riesgos en la nube
Tras realizar una breve búsqueda en Internet sobre la gestión de riesgos en la nube, encontré que la mayoría de las recomendaciones se centraban más en categorizar y describir el tipo de cosas que podrían ir mal en la nube que en la probabilidad de que ocurriesen, su impacto o la mejor manera de mitigar sus efectos, en el caso de llegar a producirse. La cuestión es que todos estos “riesgos” parecen tener el mismo volumen. ¿Acaso el riesgo de un robo de datos debido a una falta de encriptado es igual que el de quedar vinculado a un proveedor? Dada la gestión de atención y recursos limitados de cualquier organización, el peligro consiste en focalizarse e invertir en mitigar el tipo erróneo de riesgos.
¿Cómo podemos crear una lista priorizada de los riesgos en la nube? Debemos calcular el valor de las pérdidas anticipadas por cada riesgo a base de multiplicar la probabilidad del evento por su impacto monetario. Incluso si no contamos con la probabilidad real del evento o impacto monetario, tan solo el hecho de asignar un valor general, como “bajo”, “medio” o “alto”, es mejor que no hacer nada. De este modo, iremos identificando gradualmente los riesgos con alta probabilidad y alto impacto.
Tras haber priorizado nuestros riesgos, el siguiente paso en el proceso de gestión consiste en contar con medidas de mitigación para cada riesgo. Pero a menudo veo que las organizaciones se equivocan, implementando medidas mitigantes que exceden el valor monetario esperado del riesgo en cuestión. A veces existe la preocupación de que AWS se comportará como algunos proveedores tradicionales, subiendo los precios una vez que se han asegurado el cliente. En el momento de escribir este artículo, AWS ha reducido los precios más de 70 veces, de modo que contamos con argumentos bastante sólidos para decir que el riesgo de una subida de precios es un evento de baja probabilidad. Pero incluso si AWS decidiese subir los precios de un servicio como EC2 hasta el punto de causar un deseo de migrar, el impacto sería igual al coste de trasladar las cargas de trabajo y datos desde la nube de AWS a otro proveedor. Independientemente de los supuestos o métricas que queramos emplear, multiplicar un evento de muy baja probabilidad incluso por un coste de migración elevado nos dará un valor de riesgo relativamente bajo. Por otra parte, he escuchado diversas medidas mitigantes por parte de varias compañías, desde desarrollar un plan de salida a invertir en plataformas y arquitecturas, para permitir trasladar cargas de trabajo rápidamente entre diferentes nubes. Cada uno de estos abordajes debe valorarse frente al valor anticipado del riesgo.
Independientemente del enfoque de mitigación adoptado, me encantaría que las organizaciones siguiesen los procesos estándar para la gestión del riesgo a la hora de valorar sus riesgos en la nube, en lugar de tomar decisiones emocionales basadas en experiencias negativas anteriores con proveedores tradicionales. Pero, aún más importante, resulta clave tener en cuenta el valor esperado de la oportunidad que ofrece el traslado a AWS (innovación, agilidad, robustez, etc.) a la hora de sopesar el valor esperado del riesgo. Estoy seguro de que, si se documenta y valora el riesgo correctamente, la oportunidad de aprovechar los servicios en la nube siempre superará a los riesgos.
Joe Chung
Enterprise strategist & evangelist, Amazon Web Services