¿Cómo saber si lo estás haciendo bien en tu proceso hacia la nube y en tu transformación digital? O, al planificar tu iniciativa digital, ¿qué beneficios cabe esperar y cómo los verás reflejados en el desempeño de la empresa? En vista de la incertidumbre y el cambio en el entorno empresarial actual, a veces es difícil encontrar una base estable para cuantificar los resultados. Por otro lado, la nube y DevOps facilitan el aprendizaje y los ajustes continuos. En esta entrada os propondré algunos marcos que pueden ayudar.
Cuantificar los objetivos empresariales principales
Muchas de las empresas con las que tratamos quieren crecer, algunas de ellas adentrándose en nuevos mercados geográficos, otras ampliando su base de clientes, introduciendo nuevos productos o profundizando en las relaciones con los clientes existentes. La nube puede contribuir a todo esto, pero es difícil hacerlo todo a la vez (es decir, cuesta tomar decisiones de ejecución sobre las prioridades). Al seleccionar objetivos de crecimiento específicos, podrás alinear tus parámetros de éxito con tu caso de negocio y utilizarlos para orientar tus actividades.
Si el crecimiento no es tu principal objetivo, tal vez seas una empresa de fabricación que quiere utilizar el edge computing y el aprendizaje automático para el mantenimiento predictivo, y necesitas trasladarte a la nube para ello. ¿Qué parámetros de éxito te importan? Dos, probablemente: si estás identificando con éxito los problemas de los equipos y los estás solventando antes de que fallen, y si estás cumpliendo los objetivos empresariales que hay detrás de ese mantenimiento predictivo (ahorrar costes de mantenimiento, no perder ingresos). Se puede definir un parámetro para cada uno.
Existe una trampa potencial cuando se piensa en términos de rentabilidad de la inversión (ROI). ¿Cuál es el ROI de una posible inversión en TI? Pregunta capciosa: no hay ROI, solo un ROI proyectado. Cuantificar el éxito con respecto a esa proyección suele ser más una prueba del grado de precisión de la predicción. Lo que realmente importa es el beneficio real frente a los costes. E incluso la cuantificación del ROI real tiene sus trampas, porque a menudo no se cuenta con una buena base para cuantificar, ya que nuestro entorno cambia muy rápido. Y, por último, el valor de muchas inversiones reside en la reducción del riesgo o en la creación de opciones, ambas difíciles de cuantificar en términos de ROI. Por estas razones, yo sugeriría seleccionar parámetros operativos que estén más directamente relacionados con el uso de la tecnología.
Cuantificar la reducción de costes
Hay tres puntos críticos que debemos tener en cuenta en lo referente a los costes. El primero es que, cuando se trabaja en la nube, los costes no se dan por hecho: hay muchas alternativas para gestionar activamente los costes. Esto difiere del enfoque del centro de datos de la empresa, donde los costes de hardware son fijos y se pagan por adelantado. El segundo es que, en la nube, se puede y se debe esperar obtener mucha transparencia en los costes y en el aspecto económico de las unidades. Y, en tercer lugar, tus costes variarán en función del uso que hagas de la nube, que a su vez depende del rumbo que tome tu negocio. Si amplías el negocio, tus costes aumentarán, por supuesto; si desarrollas nuevos productos para tus clientes, entonces pagarás los costes asociados a esos nuevos productos.
Tu capacidad para gestionar los costes de forma continua sugiere que querrás desarrollar una base para tus costes, y a continuación trabajar para reducirlos con respecto a ella. Sería difícil predecir con exactitud cuánto usarás el teléfono el año que viene, pero puedes tomar este año como referencia y trabajar para reducir esos costes.
Tendrás que hacer concesiones en cuanto a la cantidad de esfuerzo que quieres dedicar a reducir activamente los costes. Existe una disciplina llamada FinOps, que proporciona una estructura para hacerlo. Pero, claro está, hay una contrapartida en el tiempo de tus desarrolladores: pagarás un coste de oportunidad por ese otro valioso trabajo que no están haciendo.
La segunda cuestión hace que la medición de costes sea especialmente valiosa. Utilizando estrategias en la nube, como el etiquetado de recursos, puedes desglosar los costes de muchas maneras: por unidad de negocio, línea de producto, tipo de recurso, tipo de transacción… lo que te resulte útil.
El tercer punto nos dice que tenemos que pasar a tratar los costes tecnológicos realmente como costes variables: deben variar con los ingresos, el calendario de salidas de efectivo debe alinearse con tus ingresos. En el mejor de los casos —aunque esto requiere cierta sofisticación— puedes gestionar muchos de tus costes tecnológicos como costes unitarios y trabajar para aumentar tus márgenes brutos. Otra forma útil de analizar los costes es en términos de eficiencia: ¿consigues resultados con un mínimo de desperdicio? Los costes totales son menos interesantes porque varían en función de la escala de tu empresa, pero las cuantificaciones de los costes unitarios te mostrarán en qué medida estás consiguiendo racionalizar tu empresa y hacerla más eficiente.
Cuantificar la prestación de servicios de TI
Trabajar en la nube mejorará la capacidad de TI para ofrecer servicios al resto de la empresa. Aunque parezca difícil de calcular, el tema se ha estudiado bastante a fondo y existen algunas ideas interesantes sobre cómo hacerlo. En el libro Acelerar, la Dra. Nicole Forsgren y sus coautores demuestran que un pequeño conjunto de parámetros de TI predice los resultados empresariales, y que estos parámetros están estrechamente vinculados a determinadas prácticas de TI. Querrás cuantificar (1) la frecuencia de publicación, es decir, la frecuencia con la que el departamento de TI puede desplegar cambios en los sistemas de TI, (2) la tasa de fracaso de los cambios, es decir, la frecuencia con la que esos cambios generan problemas, (3) la duración del ciclo de despliegue de los cambios, es decir, el tiempo que se tarda en materializar las capacidades de TI una vez que están listas para funcionar, (4) el tiempo medio de resolución de problemas, y (5) la disponibilidad de los sistemas.
Cuantificar la agilidad y la eficiencia de las empresas
La agilidad, como el riesgo, puede ser difícil de medir. Dado que se trata de un potencial (para aprovechar oportunidades y evitar pérdidas), a menudo hay que analizarlo más como una opción financiera. Además, el tamaño de la muestra es limitado: ¿con qué frecuencia lanzas un nuevo producto al mercado y con qué rapidez lo has hecho en el pasado? Una prueba anecdótica de agilidad podría ser lo mejor que puedes hacer.
Pero es menos problemático de lo que parece. Puedes seguir orientando el proceso de transformación para asegurarte de estar ganando velocidad y agilidad, por ejemplo, mediante el uso de los parámetros de Aceleración que abordábamos antes. También puedes trazar un mapa de flujo de valor de tu producto o proceso de entrega de características para encontrar formas cuantificables de reducir los residuos. El plazo habitual entre la detección de un cambio en el entorno y la respuesta al mismo es tu tiempo de espera; el flujo de valor incluye aspectos como los procesos de gobierno corporativo, la provisión de recursos, la formación de equipos y la entrega técnica. La nube es una potente herramienta para eliminar el despilfarro en muchas partes de este proceso, pero habrá que abordar el gobierno corporativo y la financiación para sacarle el máximo partido.
Cuantificar la reducción de riesgos
La nube ayuda a reducir muchos tipos de riesgo empresarial. Yo me centraría en: el riesgo de seguridad, el de resiliencia, y el de cumplimiento. El mejor enfoque para la medición en este caso es identificar las fuentes de riesgo en cada categoría y reducirlas de forma cuantificable.
El riesgo de cumplimiento puede gestionarse mediante la aplicación automatizada de políticas, la auditoría continua y la elaboración de informes transparentes; la mejor forma de cuantificarlo es contando el número de controles que están totalmente automatizados y cuántos se verifican continuamente. Para abordar el riesgo de resiliencia, hay que definir posibles escenarios de catástrofe, simularlos si es posible y verificar que se pueda responder a cada hipótesis de forma satisfactoria. En cuanto a la seguridad, el enfoque es similar: identificar las vulnerabilidades y trabajar para reducirlas. También puedes identificar áreas de soluciones generales y evaluarte respecto a ellas: la calidad de la validación de la identidad, la autenticación y la autorización, el registro y el análisis de registros, etc.
Mark Schwartz
Enterprise strategist at Amazon Web Services