El mundo del trabajo está entrando en una fase de transformación sin precedentes. Según el Informe sobre el Futuro del Empleo 2025 del Foro Económico Mundial (WEF), un 22 % de los empleos sufrirá disrupciones profundas en los próximos cinco años. Esta reconfiguración del mercado laboral traerá consigo la creación de 170 millones de nuevos puestos, pero también la desaparición de otros 92 millones. Además, se prevé que el 40 % de las competencias requeridas para los trabajos actuales cambiarán en este mismo periodo.
La velocidad del cambio tecnológico, sumada a las exigencias de un entorno cada vez más volátil, está obligando a las organizaciones a repensar sus estructuras y modelos de gestión. Más del 60 % de las empresas ya identifica la brecha de habilidades como su principal obstáculo, y casi la mitad anticipa una reestructuración de su modelo de negocio para adaptarse a los nuevos tiempos.
Para Carme Castro, CEO de Kainova, consultora especializada en transformación organizacional “Adaptarse ya no es opcional: las reglas del juego han cambiado, y quienes no desarrollen liderazgo adaptable y estructuras líquidas corren el riesgo de quedarse atrás”.
A pesar de los esfuerzos por transformarse, muchas organizaciones siguen operando con modelos mentales heredados de una realidad que ya no existe. “La gran dificultad que tienen las empresas para transformarse en el nuevo contexto, dada la velocidad del cambio, es que seguimos intentando trabajar con los mapas mentales de un terreno que ya no existe”, afirma Castro. Esto provoca una desconexión crítica entre las necesidades de los equipos y la respuesta organizativa, lo que se traduce en pérdida de talento y oportunidades. “Si las personas evolucionan y las empresas no, los equipos buscan entornos donde sus expectativas estén alineadas con la cultura y la práctica empresarial”, añade.
La adaptabilidad como nueva ventaja competitiva
En este nuevo escenario, las organizaciones que han desarrollado la capacidad de reconfigurarse rápidamente, tanto a nivel estructural como cultural, cuentan con una ventaja competitiva clara. Según datos del mercado, las empresas con estructuras flexibles superan en un 40 % los resultados de las rígidas durante las crisis. Además, la incorporación de prácticas de adaptabilidad puede aumentar los ingresos hasta en un 15 % y reducir la rotación de personal en un 20 %.
“La adaptabilidad ya no es una cualidad deseable: es el nuevo terreno sobre el que se juega la competitividad”, subraya Castro.
Empresa líquida y liderazgo disruptivo
Frente a este contexto, Kainova impulsa un nuevo paradigma: la empresa líquida. Se trata de organizaciones que operan con estructuras ágiles, equipos autónomos, líderes capaces de reconfigurar sin fricción y culturas que responden al entorno sin perder foco estratégico.
Esta transformación se apoya en la metodología K180, desarrollada por Kainova, que permite convertir estructuras rígidas en organizaciones ágiles capaces de sostener la eficacia incluso en escenarios de alta disrupción. El enfoque combina entrenamiento directivo, dinámicas colaborativas y hábitos de adaptabilidad, consolidando una cultura organizativa resiliente y flexible. “La clave no está solo en adaptarse una vez, sino en construir una cultura que integre el cambio como parte de su ADN”, admite Castro.
En un entorno donde lo único constante es la transformación, las empresas que no desarrollen estructuras líquidas y liderazgos disruptivos corren el riesgo de desaparecer. La buena noticia: el cambio es posible, y las herramientas ya están sobre la mesa.











