La nueva Ley de inteligencia artificial, que pretende regular su uso y desarrollo, abordar aspectos críticos como la propiedad intelectual, la privacidad de los datos y la eliminación de sesgos en los modelos de lenguaje, ya ha entrado en vigor pero no tendrá plena vigencia hasta agosto de 2026. Sus obligaciones se implementarán de manera progresiva, con sanciones de hasta el 7 % de la facturación anual para quienes incumplan.
Para Jordi Damià, CEO de Setesca y de LiceoTIC, comunidad de CIO y directivos TIC, esta ley es crucial al abordar temas fundamentales como la propiedad intelectual de los contenidos utilizados para entrenar la IA, la privacidad de los datos de los usuarios y la necesidad de asegurar que las respuestas generadas por los modelos no contengan sesgos, elementos que considera esenciales para garantizar un desarrollo ético y responsable de la tecnología. Pero el directivo también advierte sobre los riesgos asociados a la falta de soluciones europeas competitivas en el ámbito de la IA. “La ausencia de una alternativa europea sólida representa un riesgo significativo. No solo en términos de disponibilidad, también porque información personal y empresarial muy sensible podría ser gestionada por soluciones no europeas”, señala.
Y desafíos, tanto para las empresas tecnológicas como para los gobiernos. “El gran riesgo es que la ley limite iniciativas o proyectos en Europa que podrían mejorar la competitividad empresarial, mientras que en Estados Unidos o China no existen tales restricciones. Esto representa un riesgo considerable para nuestras empresas y para el desarrollo económico europeo,” advierte Damià.
En su opinión, Europa está haciendo un gran trabajo en el desarrollo de innumerables soluciones para resolver problemas empresariales y científicos basados en IA, aunque la innovación en las infraestructuras y los modelos de lenguaje de la IA está liderada por los principales fabricantes globales. “Esta es la gran oportunidad para Europa: desarrollar soluciones basadas en IA”, dice.