La computación cuántica se perfila como uno de los principales motores de crecimiento del sector tecnológico en los próximos años, con una proyección que, según estimaciones de la Comisión Europea, podría alcanzar los 173.000 millones de dólares a nivel global en 2040. España se prepara para este avance con la nueva Estrategia de Tecnologías Cuánticas 2025-2030, presentada recientemente por el Gobierno y dotada con una inversión inicial de 808 millones de euros. El plan persigue reforzar la I+D+i, impulsar la llegada al mercado de los avances científicos, consolidar un ecosistema empresarial competitivo y preparar a la sociedad ante el impacto disruptivo de la cuántica, además de conectar el ecosistema nacional con el europeo.
Pero este progreso tecnológico viene acompañado de importantes desafíos, el de la ciberseguridad es uno de los más relevantes ya que se estima que un 87 % del tráfico cifrado global, incluyendo TLS, VPN o correo electrónico, utiliza algoritmos vulnerables frente a ataques cuánticos. La capacidad de los ordenadores cuánticos para procesar información mediante qubits, que pueden representar 0 y 1 al mismo tiempo gracias a la superposición, permite resolver en tiempos mucho menores problemas matemáticos complejos, como el factoreo de grandes números, base de los actuales sistemas criptográficos.
Uno de los principales riesgos procede de los ataques Harvest Now, Decrypt Later (HNDL), con los que los ciberdelincuentes interceptan datos cifrados en la actualidad para descifrarlos en el futuro cuando dispongan de capacidad cuántica. Este modelo introduce el concepto de “riesgo de vida útil de los datos”: cualquier información cuyo periodo de confidencialidad sea superior al tiempo estimado hasta el denominado Q-Day debe considerarse ya comprometida si es interceptada. Documentos como secretos de Estado, investigación genética, registros médicos o información de defensa pueden tener una vida útil de décadas, lo que los sitúa en una situación de vulnerabilidad desde hoy.
La computación cuántica supone así una amenaza directa a los sistemas de cifrado tradicionales que, aunque hoy son seguros, podrían quedar obsoletos al enfrentarse a máquinas capaces de resolver problemas matemáticos complejos con notable rapidez. La comunidad tecnológica asume que, aunque el Q-Day no es inminente, marcará un punto de inflexión global al comprometer comunicaciones seguras, datos financieros, archivos sensibles e incluso infraestructuras críticas.
En este contexto, el plan del Gobierno destaca entre sus prioridades el refuerzo de la privacidad y la necesidad de formular nuevos estándares de cifrado, especialmente en sectores críticos como la banca, la defensa o la salud. Organismos internacionales como el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) trabajan ya en la definición de algoritmos PQC que marcarán el nuevo estándar global de seguridad.
La criptografía postcuántica se perfila como un elemento esencial en las estrategias de ciberseguridad de las empresas, que deberán prepararse para proteger infraestructuras críticas, datos sensibles y la confianza digital a largo plazo. La consultora tecnológica nettaro, con su equipo especializado, trabaja ya con diversas empresas y entidades para implementar estrategias de criptografía postcuántica que refuercen la protección de los datos frente a futuros ataques. Su objetivo es crear capas de seguridad que soporten la transición hacia un mundo donde los ordenadores cuánticos serán capaces de descifrar la encriptación actual.











