Ya sea para comprobar las medidas de seguridad de una empresa o los hábitos digitales del personal, cada vez más departamentos de TI organizan ejercicios de simulación de ciberataques para mejorar la conciencia de sus equipos, ante el rápido crecimiento de las ciberamenazas.
Inspirados por las pruebas de intrusión (pen-testing) o por los programas de recompensas de errores (bug bounty), el ataque a una solución o a una infraestructura de red para comprobar su estabilidad o seguridad es una práctica común en el mundo cibernético. Es más, con frecuencia, las empresas que han alcanzado cierto grado de madurez en el campo de la ciberseguridad recurren a proveedores de servicios externos para verificar sus medidas de protección.
Así, y con el objetivo de encontrar sus debilidades y vulnerabilidades antes que los ciberatacantes, estos profesionales aplican distintos tipos de ejercicios de pen-testing, como los denominados de caja negra, en el que la persona designada tendrá acceso a los mismos datos que en situaciones de la vida real y tratará de atacar la red desde el exterior, o de caja blanca, donde el testador logra acceso al código y a las reglas de los flujos de datos e intenta superar las medidas de protección mediante la relectura del código.
Para empresas más grandes u organizaciones con un perfil cibernético más maduro, es posible organizar otro tipo de ejercicios de simulación más avanzados como los de Equipo Rojo vs. Equipo Azul, y donde la tarea del Equipo Rojo es examinar el nivel de seguridad de una empresa, una red informática o un equipo a través de técnicas de hacking mientras que el Equipo Azul se defiende. Para incrementar la eficacia del entrenamiento, puede entrar en acción el Equipo Púrpura, encargado de interactuar regularmente con los equipos de defensa y de ataque; o a fin de crear un perímetro más completo, los Equipos Amarillo, Verde y Naranja, todos ellos parte de la pirámide de BAD (Build, Attack, Defend, por sus siglas en inglés).
Definiendo los pasos de un ataque
Para la realización de las pruebas de intrusión, la empresa organizadora y el proveedor de servicios elegido para la realización de dicho test definen de antemano la superficie de ataque. Tras ello, se selecciona el o los métodos de asalto: un ataque contra un servidor en línea, el envío de un correo electrónico de phishing o el desplazamiento de una persona a la propia empresa para intentar entrar en las instalaciones y conectar un periférico externo -como una memoria USB- son algunas opciones. Para lograr esto, a menudo se requiere de una fase inicial de ingeniería social, la cual, y, por desgracia, suele ser eficaz.
A este respecto, un reciente estudio de IBM mencionado en el blog de Usecure destaca que el error humano es la fuente del 95% de las violaciones de seguridad en la empresa. En otras palabras, el manejo exitoso del factor humano puede erradicar la mayoría de las brechas, en un contexto en el que la seguridad perimetral por sí sola es insuficiente y en el que cada individuo puede convertirse en un vector de ataque.
Para paliar esta situación, existen distintas iniciativas a nivel nacional e internacional que buscan atajar este problema, concienciar al personal de los riesgos cibernéticos. Así, por ejemplo, en España, desde hace varios años INCIBE-CERT, operado por el Instituto Nacional de Ciberseguridad de España (INCIBE) en coordinación con el Centro Nacional de Protección de Infraestructuras y Ciberseguridad (CNPIC), actúa como coordinador en la ejecución de unos ciber-ejercicios para el sector privado denominados CyberEx España, los cuales persiguen entrenar la capacidad de respuesta de una entidad ante circunstancias (incidentes cibernéticos) que se podrían dar en situaciones reales. A estas actuaciones se unen otras de mayor alcance territorial como International CyberEx, en colaboración con la OEA (Organización de los Estados Americanos). A escala paneuropea destaca Cyber Europa, simulaciones de incidentes de ciberseguridad que puedan afectar a toda la Unión Europea, y otros de carácter más internacional como, por ejemplo, los ejercicios de ciberdefensa Locked Shields y Crossed Swords, organizados por el Centro de Excelencia de Ciberdefensa de la OTAN (CCDCOE).
Una buena simulación será sin duda más útil que cualquier formación teórica. El reto es combinar con éxito las pruebas prácticas con un mensaje eficaz que permita aumentar la conciencia cibernética. Por tanto, es importante revisar el ejercicio para encontrar los fallos e incluso volver a realizar el simulacro varios meses después para comprobar si el comportamiento del personal ha cambiado y si se han comprendido plenamente las medidas de precaución.
En el ámbito de la ciberseguridad, los crecientes retos a los que se enfrentan las empresas de ciberseguridad requieren no sólo la implementación de soluciones de seguridad efectivas, sino también (y más importante) de una buena dosis de educación y un fuerte apoyo al personal, inculcando con éxito una cultura de ciberseguridad resistente y eficaz en las empresas: desde la enseñanza de la ciberseguridad en los colegios, hasta la responsabilización del personal por sus actos. Todo esto facilitará una conciencia colectiva de los riesgos a los que se enfrentan.
Carine Martins
Account Executive de Stormshield Iberia