Mientras escribo este artículo, pienso en cómo la covid-19 está afectando a la vida de millones de personas en todo el mundo de una forma sin precedentes. Muchas ciudades, regiones e incluso países enteros están viviendo un estado de bloqueo nunca visto en un intento de detener la propagación del brote.
A parte de la crisis sanitaria de estos días y sus consecuencias sociales y económicas, el coronavirus está generando también un profundo cambio desde el punto de vista del trabajo. De repente, muchos de nosotros —a menos que trabajemos en sectores críticos como la medicina, el suministro de alimentos u otros servicios públicos— hemos tenido que acostumbrarnos a trabajar desde casa con los retos que esto supone.
No es un asunto fácil. Para aquellas personas acostumbradas a ir a las oficinas, gran parte de las tareas que llevan a cabo se enmarca en unos flujos de trabajo y responsabilidades que todo el mundo comprende casi instintivamente cuando trabaja de forma presencial, probablemente debido a la proximidad humana con los compañeros. Pero, ahora que hemos eliminado ese factor de proximidad, habrá que analizar cómo está afectando este cambio a nuestra manera de conectarnos, colaborar y cooperar.
Realmente son muchas las preguntas que surgen al respecto. ¿Se convertirá el trabajo desde casa en la nueva norma? Cuando esta situación termine y todos podamos volver a la oficina, ¿cambiarán para siempre esos papeles y funciones que antes se pensaba que requerían una presencia en la oficina? En definitiva, ¿podría la covid-19 cambiar la forma de trabajar para siempre?
Obviamente, cuando se trabaja a distancia, la tecnología juega un papel clave para las interacciones. Aún así, no es el único elemento importante, porque también el valor sociológico de la comunicación se convierte en un eje clave a tener en cuenta.
Para algunos perfiles, el cambio va a ser enorme y complejo. Pensemos en los profesionales de la “vieja escuela”, por ejemplo, tan acostumbrados a las reuniones físicas en la oficina; para ellos acostumbrarse a trabajar en remoto puede ser muy complicado. También hay personas que necesitan reuniones presenciales con los compañeros para poder sacar adelante sus tareas, porque no tienen las “habilidades interpersonales” necesarias para gestionar una conversación eficiente a través de videollamadas u otras herramientas digitales.
Diferente será la situación para los empleados más jóvenes. La generación X y los millenials están más acostumbrados a las herramientas digitales, pero son sobre todo los de la Generación Z los que podríamos decir que las tienen en su ADN. Auténticos nativos digitales, estos jóvenes profesionales se siente cómodos frente a una webcam y saben interactuar de forma rápida y eficiente a través de las diferentes plataformas, por lo tanto, son los que más fácilmente se están adaptando a la manera de trabajar de estos días.
Los directivos también pueden encontrar ventajas en el trabajo en remoto, pero también se enfrentan a dificultades y retos, porque no todos están realmente preparados para gestionar el rendimiento de los empleados de forma eficiente con base en criterios de smart working.
En este contexto, tampoco podemos olvidarnos que también desde el punto de vista de la gestión del cliente la situación se encuentra en un momento crucial. Si bien aspectos como la provisión de bienes y servicios diferirán según la industria, es evidente que esta situación está cambiando varios aspectos, mejorando algunos y afectando negativamente a otros. De todas formas, esto un tema complejo y probablemente es demasiado pronto para hacer una evaluación.
Volviendo a cómo esta situación está trasformando la forma de trabajar de las personas, lo que sí es más desafiante en estos días son los asuntos familiares. Si tienes hijos, te estarás preguntado a diario cómo mantenerlos entretenidos para poder concentrarte; cómo encontrar un espacio tranquilo para trabajar sin molestias o distracciones; o cómo gestionar tu tiempo para que las interrupciones no sean una constante. De hecho, no es casualidad que haya tantos memes y parodias de situaciones de este tipo que circulen por la red.
Pero, hay algo positivo en esta situación. Tal vez ahora nuestros hijos empiecen a entender lo que hacemos todo el día cuando «vamos a trabajar«. Por primera vez, los más jóvenes están viendo aspectos de la vida laboral que no experimentarán hasta que se hagan mayores. Más aún, a medida que nuestras familias descubren nuestra faceta profesional, nos puedan aportar input de valor añadido a nuestra manera de trabajar. Por ejemplo, cuando tu pareja te dice: “¿Realmente le hablas así a la gente?”, esa pregunta puedes servir para reflexionar y evaluar de manera constructiva la forma en que gestionamos situaciones difíciles del trabajo. Igualmente, por supuesto, puedes ser tú el que preguntes a tus seres queridos, porque la técnica funciona en ambos sentidos, obviamente.
En definitiva, si podemos trabajar de forma efectiva en una situación como la actual, tal vez seamos capaces de impulsar algunos beneficios a largo plazo una vez termine la crisis que vivimos. Si podemos aumentar el tiempo dedicado a las actividades que alimentan nuestro pensamiento creativo, quizás podamos ayudar a crear soluciones mundiales para asegurar que esta terrible crisis sea la última pandemia que vivamos.
Chris Pope
Vicepresidente de Innovación en ServiceNow