La rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China ha alcanzado un nuevo punto álgido en abril de 2025, tras una serie de medidas arancelarias anunciadas por la Administración Trump. Entre las acciones más destacadas figuran un arancel general del 10 % sobre todas las importaciones, incrementos del 20 % sobre productos electrónicos y maquinaria china, y un impuesto adicional del 5 0% sobre sectores claves como semiconductores, vehículos eléctricos y robótica. Estas medidas buscan encarecer los productos tecnológicos chinos, afectar sus cadenas de suministro y limitar su acceso a los mercados globales.
Según Kitty Fok, directora general de IDC China, en respuesta, el gobierno chino ha implementado una estrategia de cinco pilares diseñada para contrarrestar el impacto económico inmediato y reforzar su autosuficiencia tecnológica a largo plazo. Entre las medidas destacan subsidios al consumo interno, un fondo de innovación de 138.000 millones de dólares, apoyo financiero a empresas tecnológicas, una renovada iniciativa de alianzas globales y un compromiso del Estado con el sector privado para proteger su desarrollo.
Pese a la presión comercial, el sector TIC chino se mantiene resiliente. Según IDC, el gasto tecnológico en China podría crecer un 9,1 % este año en un escenario moderado. Sin embargo, si se mantienen los aranceles más elevados, el crecimiento se reduciría al 5,7 %, con una caída del 7,6 % en la electrónica de consumo. Aun así, la demanda local en sectores como la nube, la inteligencia artificial y el software industrial sigue impulsada por subsidios y planes de transformación digital.
Uno de los ejes centrales de la estrategia china es la llamada “doble circulación”, que busca reducir la dependencia de mercados occidentales promoviendo el consumo interno y reforzando las relaciones con países del Sur Global. Ejemplos de esta política son la expansión de la Ruta de la Seda 2.0, el aumento de la producción nacional de chips de IA, y el desarrollo de modelos de inteligencia artificial propios como los de DeepSeek, utilizados por gigantes como Alibaba y Tencent.
A nivel empresarial, las compañías chinas están mostrando una notable capacidad de adaptación. Muchas han comenzado a trasladar parte de su producción al sudeste asiático para evitar aranceles, mientras otras han invertido en automatización inteligente para reducir costes. También se están diversificando hacia mercados menos expuestos a las sanciones, como América Latina y el sudeste asiático, especialmente en sectores como vehículos eléctricos y servicios en la nube.
Kitty Fok concluye destacando que, en este nuevo escenario de tensión comercial y reajuste global, tanto las empresas chinas como las estadounidenses deberán priorizar la agilidad estratégica, la innovación centrada en el consumidor y la creación de alianzas locales. La capacidad de adaptación será clave para sobrevivir y prosperar en un entorno donde la tecnología y la geopolítica se entrelazan cada vez más.