La Unión Europea y Estados Unidos han cerrado un acuerdo comercial que evita una posible escalada arancelaria y redefine el panorama para la industria tecnológica. Entre los puntos más relevantes que señala Reuters destaca que la Administración Trump ya no impondrá aranceles del 30 % a productos europeos a partir del 1 de agosto, una medida que preocupaba especialmente al sector tecnológico.
En su lugar, se aplicará una tarifa del 15 % a la mayoría de bienes europeos, incluidos semiconductores, productos farmacéuticos y automóviles. Esta tarifa sustituye tasas previas más altas (como el actual 27,5 % sobre los coches europeos) y no se suma a ningún arancel existente.
Sin embargo, aún queda incertidumbre en algunos otros sectores. Estados Unidos anunciará en dos semanas el resultado de sus investigaciones comerciales (conocidas como “Sección 232”), que podrían derivar en tarifas diferentes o excepciones para áreas sensibles como los chips y los medicamentos. Según Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, “esas decisiones estarán en otra hoja de cálculo”.
¿Qué implica esto para el sector tecnológico?
Aunque el 15 % de arancel sobre semiconductores es significativo, el acuerdo también trae buenas noticias para el ecosistema tecnológico. EE. UU. y la UE han acordado eliminar completamente los aranceles sobre equipamiento para la fabricación de chips. También se han establecido tarifas cero para componentes de aeronaves, ciertos productos químicos, medicamentos genéricos, materias primas críticas y recursos naturales, todos sectores que están estrechamente vinculados al desarrollo tecnológico e industrial.
Además del comercio, el pacto incluye compromisos importantes en energía e inversión. La UE se ha comprometido a comprar 250.000 millones de dólares anuales en gas natural licuado (GNL) estadounidense durante los próximos tres años, reemplazando así parte del suministro energético ruso. También se comprará combustible nuclear a EE. UU., un elemento relevante para la autonomía energética de industrias como los centros de datos, la computación en la nube y las infraestructuras digitales.
Por otro lado, empresas europeas invertirán 600.000 millones de dólares en Estados Unidos durante el segundo mandato de Donald Trump, según lo pactado, impulsando sectores como defensa, inteligencia artificial y tecnología avanzada.
A pesar del alivio inmediato, el panorama no está completamente despejado. El sector de los semiconductores sigue bajo observación, y cualquier decisión futura de Washington podría afectar la competitividad de los fabricantes europeos.
En contraste con la tecnología, el acuerdo mantiene aranceles del 50 % sobre el acero y el aluminio europeos, aunque se prevé sustituirlos más adelante por un sistema de cuotas.
El nuevo acuerdo evita una crisis comercial inminente y ofrece un respiro a las empresas tecnológicas europeas, que se enfrentaban a un posible arancel del 30 %. Si bien la tarifa del 15 % impone nuevos desafíos, las exenciones y el marco de cooperación en sectores estratégicos como chips, energía y defensa abren también nuevas oportunidades.











