El 90 % del territorio español entra dentro del concepto de entorno rural. A su vez, una gran parte de ese espacio se enfrenta a los desafíos de la España vaciada, con cada vez menos habitantes y menos recursos disponibles para ellos.
En una sociedad globalizada y digital como en la que vivimos, la tecnología ya se ha convertido en un bien de primera necesidad. Sin tecnología no hay asistencia médica, no hay educación, no hay e-Administración y no hay teletrabajo.
Durante el último año, muchas personas se han planteado la posibilidad de iniciar una nueva vida lejos de la ciudad, buscando una mejor calidad de vida con viviendas más espaciosas, menos ruido, aire puro y mucha naturaleza alrededor. La pandemia ha demostrado que el teletrabajo es posible y que este nuevo modelo puede aportar múltiples beneficios tanto a empresas como a empleados.
La mala noticia es que en estos momentos una parte importante de las zonas rurales de España ni siquiera dispone de red 4G. La necesaria infraestructura para la instalación y el mantenimiento de la fibra óptica no existen, por la sencilla razón de que no son rentables. Sin una buena conectividad, el teletrabajo no es posible y la España vaciada seguirá estando vacía.
Afortunadamente, la llegada de 5G puede dar la vuelta a esta situación. Esta tecnología está creando muchas expectativas. Nos dicen que con 5G vamos a poder tener cien veces más dispositivos conectados, que su velocidad ronda los 10Gbps, que su latencia estará entre 1 y 4 milisegundos… todo eso está muy bien, pero lo verdaderamente importante es que 5G ofrece una respuesta a las personas que desean poder vivir y trabajar sin problemas desde cualquier lugar. Y todo apunta a que esa respuesta está en las redes inalámbricas fijas FWA.
¿Conectividad o tickets restaurante?
Si el futuro de las zonas rurales pasa por disponer de una velocidad de conexión que no ha sido posible hasta el momento, esto puede conseguirse a través de la implantación de un sistema de acceso inalámbrico fijo 5G (FWA), que es capaz de llevar hasta zonas remotas una banda ancha de alta velocidad comparable o superior a las actuales DSL, cable o fibra de línea fija sin necesidad de desplegar una gran infraestructura física.
El acceso inalámbrico fijo 5G reduce los costes asociados al servicio de conectividad, ya que la infraestructura física necesaria se limita a una antena que se sitúa en la vivienda y que se conecta por cable a un router doméstico. Con esta instalación tan sencilla, la velocidad y la fiabilidad de la conexión están garantizadas. Además, el gasto energético es menor al de otras opciones actuales.
Durante este año se ha notado cómo los proveedores de servicios de telecomunicaciones han disparado sus ofertas de acceso inalámbrico fijo (FWA), por lo que todo apunta a que nos encontramos ante un mercado emergente con una previsión de crecimiento de las redes FWA que se podría triplicar para 2026.
A lo anterior hay que sumar otras ventajas de 5G que también facilitan el trabajo remoto, como la capacidad para separar una red física en distintas redes virtuales, algo que va a hacer posible que se puedan poseer distintos segmentos de red adaptados a las necesidades de cada organización, de forma que todos los trabajadores puedan tener acceso a los recursos que necesiten de acuerdo con la actividad que desarrollen en cada momento, sin importar el lugar en el que se encuentren.
La tecnología está dando soluciones a las nuevas necesidades de las personas. Pero en este cambio de paradigma, las administraciones públicas y las empresas tienen también una gran responsabilidad. Las primeras, agilizando los procesos legales para que la adopción y comercialización de estas tecnologías pueda llevarse a cabo de una forma rápida, sencilla y accesible. Las segundas, incorporando políticas dirigidas a asegurar que los empleados disponen de la conexión y de las herramientas necesarias para realizar su actividad desde el lugar que elijan. Quizá ahora se valore más una ayuda en ese sentido que un talonario de tickets restaurante.
Está claro que las ciudades no van a desaparecer y que no todo el mundo puede plantearse la idea de dar un giro radical a su forma de vida, pero lo cierto es que la tecnología ya no es un impedimento a la hora de buscar nuevas oportunidades para la España vaciada. Si hay un verdadero interés en recuperar estas zonas, ahora es el momento de demostrarlo y de hacerlo realidad.
María García Villamor
HR Manager en Blue Telecom Consulting