En los últimos años, la inteligencia artificial generativa (IAG) ha emergido como una tecnología transformadora, prometiendo mejoras significativas en la productividad. Sin embargo, muchos han caído en la trampa de creer que simplemente adoptar esta tecnología es suficiente para lograr grandes cambios. ¿Realmente basta con integrar IAG para ver un incremento automático en los resultados? La respuesta es clara: no. Las empresas que desean aprovechar el potencial de la inteligencia artificial deben ir más allá de la implementación inicial y construir un entorno que permita que esta tecnología prospere.
A menudo, el entusiasmo por adoptar IAG lleva a las organizaciones a pasar por alto un factor crucial: la capacitación. Incorporar IA generativa sin preparar a los equipos para usarla de forma estratégica y eficaz es como entregar una herramienta compleja sin instrucciones. La tecnología por sí sola no produce beneficios; es la combinación de herramientas avanzadas y talento capacitado lo que crea mejoras reales en la productividad.
Por ello, es fundamental que las empresas que invierten en IAG también inviertan en la formación de sus equipos. Los trabajadores deben entender no solo el funcionamiento de la IA, sino también sus aplicaciones específicas en su sector y las mejores prácticas para maximizar sus ventajas. Este enfoque no solo empodera a los equipos, sino que también permite que la tecnología genere el impacto esperado en la eficiencia y en la calidad del trabajo.
Para asegurarse de que la implementación de la inteligencia artificial generativa realmente impulse la productividad, las organizaciones deben establecer una oficina de productividad que supervise y oriente el uso de esta tecnología. Este modelo no es novedoso. El Gobierno, por ejemplo, creó en marzo un consejo de productividad, inspirado en las directivas europeas y en la experiencia de los países de mayor productividad en Europa. Siguiendo esta línea, una oficina de productividad en una empresa puede desempeñar un rol esencial en la optimización de los recursos y el seguimiento continuo de la evolución y los beneficios de la IAG.
El objetivo de esta oficina es claro: gestionar de manera estratégica los recursos asignados a la inteligencia artificial generativa, monitorear los resultados y asegurar que las inversiones realmente contribuyan a mejorar la productividad. La oficina no solo analiza el impacto de la IA en el corto plazo, sino que se enfoca en los resultados sostenibles a largo plazo, ajustando el uso y las estrategias en torno a la tecnología para que los beneficios crezcan con el tiempo.
Uno de los primeros pasos que debe dar esta oficina es crear métricas específicas para evaluar el impacto de la IAG en cada área de la organización. Estas métricas permitirán a la empresa medir el progreso, realizar ajustes y comparar los resultados con los objetivos establecidos. Así, los beneficios de la IA no quedan relegados a una etapa inicial de entusiasmo, sino que se monitorizan de forma constante, permitiendo ajustar el rumbo según las necesidades.
Además, este enfoque asegura un uso óptimo del presupuesto. La implementación de IAG requiere una inversión considerable, no solo en la tecnología, sino también en la formación y mantenimiento del sistema. La oficina de productividad ayuda a optimizar estos recursos mediante el análisis del costo-beneficio de cada iniciativa, evaluando si las inversiones realizadas cumplen con las expectativas y generando un retorno real en términos de productividad.
El establecimiento de esta oficina no solo sigue las mejores prácticas de gestión interna, sino que también se inspira en las directrices europeas y en el éxito de otros países europeos con niveles elevados de productividad. Como parte de su compromiso con la competitividad, varios países han creado organismos dedicados a impulsar la productividad en sectores estratégicos, con un enfoque especial en la tecnología y la innovación.
Para las empresas, adoptar una estructura similar puede ser una vía para integrar la inteligencia artificial generativa de forma efectiva y estratégica. Un enfoque organizado y basado en datos permite identificar los factores clave para aumentar la productividad y asegura que la tecnología se alinee con los objetivos empresariales. Así, en lugar de perseguir la mejora de productividad como una simple promesa de la IA, las organizaciones pueden hacerla tangible y sostenible.
La inteligencia artificial generativa tiene el potencial de transformar la productividad, pero solo cuando se utiliza con un enfoque estratégico. Formar a los equipos y crear una oficina de productividad que supervise y optimice el uso de la IAG no es una opción, sino una necesidad. Inspirarse en las directrices europeas y en la experiencia de los países más productivos es un camino claro hacia una implementación efectiva.
Al igual que el Gobierno ha dado un paso importante con la creación de su consejo de productividad, las empresas deben también comprometerse a gestionar de manera inteligente la adopción de la IA. Así, más que un “objeto brillante”, la inteligencia artificial generativa se convierte en una herramienta poderosa que, utilizada con visión y propósito, puede marcar una verdadera diferencia en la competitividad y éxito empresarial.
Julián Gómez Bejarano
Chief digital officer de LedaMC