Rumbo al destino elegido para nuestras vacaciones, intentaremos dejar atrás el sonido de las teclas, buscando el de las olas y el viento. Sustituiremos la luz de las pantallas por las del sol. Usaremos el smartphone para hablar de temas estrictamente personales. Las copiosas comidas de trabajo quedarán para el recuerdo, mientras disfrutamos de nuestros seres más queridos. Las prisas darán paso a un tiempo sin reloj. Y, al menos durante unos días, el mundo será diferente: más sereno, más personal e intransferible.
Volveremos en septiembre. ¡Feliz descanso!