Mi nombre es José, aunque en casa me llaman Pepe y en la oficina… pues también.
José es un nombre bastante popular en España, de hecho tengo varios compañeros de trabajo que se llaman José y que también están en la recta de los TA con mayúsculas. Atrás quedan los treinta y los cuarenta y empezamos a esprintar hacia los cincuenta y sesenta, pero aquí estamos, resistiendo la crisis de este país e intentando que nuestras empresas confíen un poquito más en nosotros.
Hemos pasado años estudiando como auténticos animales y hemos logrado alcanzar el ansiado título de “ingeniero en”, pero después llegó la época en que ser ingeniero no servía de mucho. Además de nuestra carrera, necesitábamos un Master, así que muchos salimos de nuestro país y volvimos con los mejores títulos internacionales y un idioma de más. ¿Estamos preparados? Sí. ¿Sirve de algo? Depende.
Muchos de nosotros pensamos que los CEOs – vamos los directores generales de toda la vida – ni nos escuchan, ni quieren escucharnos y ahora con la crisis les basta con decir que “no hay dinero para invertir en tecnología”. Sin embargo, nosotros sabemos que en este nuevo mundo o nos adaptamos – y eso pasa por la innovación tecnológica – o moriremos. Internet no perdona, es implacable con pequeñas, medianas y grandes empresas y es como un niño caprichoso: lo quiere todo y lo quiere ya. La malo es que mientras que a un niño lo aplacas y lo controlas, a Internet no.
Y hablando de niños… Los CIOs no solo tenemos que lidiar con Internet y sus constantes cambios de humor, sino también con una nueva frustración que sale de donde un día vinimos nosotros y que en el futuro tomarán el relevo. Sí, hablo de todos esos jovencitos recién licenciados que vienen proclamando el cloud-bigdata-hosting-internetofthings y una larga lista de anglicismos ensartados entre sí, que parece que ha entrado Mary Poppins con su supercalifragilísticoespialidoso. Y ojo como se te ocurra llamar nube al cloud, que todavía te miran como si no tuvieses ni idea de lo que supone para la empresa una tecnología como esta.
¡Chico, que mientras tu estabas en la guardería, yo estaba ideando el Cloud!
Sin embargo, voy a romper una lanza en su favor. Vienen con ideas frescas y muchas de ellas son increíbles, pero…
¿Por qué siempre hay un pero? Por desgracia aquí también lo hay. Les pierde la falta de experiencia. Es cierto que en algún momento tendrán que conseguirla y que somos nosotros, los más veteranos, los que debemos de enseñarles lo que sabemos por nuestras propias vivencias y los años que llevamos en esto.
Además, ahora con la crisis, la gran desgracia es la cantidad de jóvenes preparados que no pueden dedicarse a su campo y que tienen que hacer horas extras en empresas que no tienen nada que ver con lo suyo. Mientras que los que consiguen entrar en la nuestra y dedicarse a lo que llevan estudiando durante tantos años, piensan que ya está todo hecho y que tienen su puesto asegurado para toda la vida. Pues no amiguitos, esto solo es el principio y hay muchas cosas por hacer, así que…. ¡A ponerse las pilas!
Pepe