La invención de la imprenta por parte de Johannes Gutenberg en el siglo XV supuso un cambio radical en la manera de difundir los libros, que hasta ese momento se copiaban a mano uno a uno por monjes que dedicaban su vida a esta tarea por encargo del propio clero o de reyes y nobles. En la edición de cada uno de estos ejemplares, los monjes podían emplear años y en muchas ocasiones su trabajo se limitaba a copiar signos y palabras que ni siquiera entendían. Esta situación ponía en manos de unos pocos la información existente en ese momento de la historia, sin posibilidades de modificarla. Actualmente disponemos de una cantidad de información enorme, superior incluso a la que podíamos manejar, debido sobre todo a la falta de una tecnología potente y asequible económicamente. Manejar grandes volúmenes de información y, sobre todo, obtener de ellos información útil y a tiempo para una toma de decisiones eficiente, no era posible y requería una gran cantidad de tiempo. Los negocios necesitan decisiones ágiles y basadas en un conocimiento muy completo de la situación, y en muchas ocasiones sólo podíamos imitar, al igual que los copistas, otros comportamientos pasados, sin entender muy bien lo que estábamos haciendo, el porqué de esos comportamientos, la correlación entre los factores.
El siglo XXI nos trae un cambio radical en la forma de procesar y analizar la información disponible, que tiene que redundar en una nueva forma de gestionar nuestras empresas. Ahora podemos hacer cosas que hace un tiempo eran impensables, o que no nos habíamos planteado por la falta de tecnología o por su elevado coste y ha sido el concepto de Big Data el protagonista llamado a cambiar la situación. Pero seamos pragmáticos y directos. Dependiendo de dónde leamos la definición del concepto Big Data, podemos hacernos una idea u otra de cuál es la auténtica naturaleza del fenómeno. La verdad es mucho más sencilla. Se trata de la captura, almacenamiento, búsqueda y análisis de grandes conjuntos de datos y que tiene como objetivo sacar conclusiones que nos permitan establecer patrones para diseñar planes de actuación acordes a los resultados. El Big Data no es nada nuevo o nada que no hubiésemos deseado poder hacer desde hace mucho tiempo, lo que realmente es nuevo es que ahora es posible.
[box type=»shadow» align=»» class=»» width=»»]«El volumen de registros digitales podría llegar a 1.2 millones de zettabytes»[/box]
Las empresas de telecomunicaciones, por ejemplo, llevan muchos años recopilando información de sus clientes o empresas a través de encuestas, llamadas… Y los bancos lo hacen a través de nuestros movimientos bancarios o de datos personales. En el caso de las empresas de energía, la captura de datos la realizan a través de los miles de sensores que tienen incorporados en sus instalaciones. Está claro que las empresas acumulan cada vez más datos provenientes de diversas fuentes, pero pocas de ellas tienen las herramientas necesarias para sacar todo el partido que nos ofrecen. Según IDC, el 90 % de los datos a nivel mundial han sido creados en los últimos dos años, estimando que el volumen de registros digitales podría llegar a 1.2 millones de zettabytes este año, con unas expectativas de crecimiento que supondría multiplicar 44 veces esas cifras durante la siguiente década. A pesar de todo, solo somos capaces de analizar un porcentaje muy pequeño de esos datos.
Lo que ha cambiado para hacer realmente revolucionario el concepto de Big Data es que ahora es mucho más sencillo realizar esta captura masiva de datos y gestionarla de manera inteligente. Hoy en día está casi todo digitalizado, de forma estructurada o no, pero almacenable y analizable de forma digital, ya se trate de música y vídeos, comentarios en redes sociales o lecturas de sensores colocados por todas partes. El otro gran cambio es que ahora contamos con tecnologías capaces de abordarlo a un coste razonable. La caída de los precios y el avance tecnológico hace esto posible. Almacenar terabytes de información era casi impensable hace unos años y ahora, ¿quién no tiene en su casa un disco duro portátil, del tamaño de un móvil, capaz de almacenar esa cantidad de datos?, (algunos ya hablan de petabytes, exabytes, zettabytes y yottabytes). Y lo mismo pasa con la memoria RAM. Cada vez se hacen componentes más pequeños, con mayor capacidad y más baratos. Los avances tecnológicos en las últimas décadas han sido exponenciales y cada vez lo serán más.
En mi opinión, no somos capaces de imaginar lo que podremos hacer en unos años, no hay límite y lo que es más importante, no debemos ponérnoslos. Tenemos que ser capaces de almacenar y analizar de forma rápida e inteligente toda esta masa de datos, para después utilizarla en la toma de decisiones estratégicas. Esto puede hacer que cambiemos nuestra forma de dirigir las empresas y dará lugar a la aparición de nuevas oportunidades, nuevas fuentes de ingresos e incluso nuevos negocios. Ya están surgiendo compañias que se dedican a la captura y almacenamiento de datos para luego venderlos a otras empresas que los pueden necesitar para sus negocios.
¿Por qué no hacer ofertas en tiempo real a sus clientes cuando expresan ciertas necesidades en las redes sociales? ¿Por qué no detectar fraude en nuestros registros de información? ¿Por qué no encontrar patrones de compra de nuestros clientes y satisfacer mejor sus necesidades?
Las empresas ya se están preparando para hacer todo esto posible y la gran mayoría de las que lo han adoptado están plenamente satisfechas con los resultados obtenidos, según se desprende de un reciente estudio “The vast majority report that they are satisfied with business outcomes and that their big data initiative is meeting their needs“ (Big Data Accenture Survey 2014). El concepto de Big Data se refiere precisamente a todo esto que comentamos. Es la capacidad real de aprender a leer, analizar y sacar partido de esa ingente cantidad de datos disponibles, haciendo uso de una tecnología accesible e innovadora.