La propuesta que lanzará Chat GPT de cambiar todo el paradigma de desarrollo de aplicaciones, tal como lo conocemos hasta el momento, puede llegar a suponer la desaparición de gigantes como Google o Apple, si no son capaces de reaccionar a tiempo.
Consentir el desarrollo de tus propios asistentes, tus propios GPT, a los que alimentas con tu propio conocimiento. El Copilot revoluciona el desarrollo de software al eliminar la necesidad de conocer un lenguaje de programación. Simplemente describe lo que quieres y el asistente te lo proporcionará. Esto resultará en múltiples ventajas para la empresa que logre posicionarse en primer lugar en esta competencia por el marketplace de aplicaciones con inteligencia artificial.
Piensa en un negocio con la capacidad de desarrollar aplicaciones y soluciones simplemente mediante solicitudes, algo verdaderamente revolucionario. Sin embargo, como ocurre con cualquier cambio tecnológico, es fundamental ayudar a que cumpla con su potencial y no se convierta en una mera promesa vacía.
Pensemos en los frenos ABS. Hoy en día todos los coches disponen de ellos para mejorar la su seguridad. ABS significa anti-lock braking system o sistema de frenos antibloqueo. La función que desempeñan es que durante la frenada el conductor del coche no pierde el control del mismo y puede seguir esquivando obstáculos a la vez que frena.
En la actualidad podemos afirmar con certeza que una de las ventajas de este vehículo es que no derrapa al pisar el freno a fondo, además de reducir hasta un 15 % la distancia necesaria para detener completamente el automóvil. Sin embargo, en los años 80, cuando estos vehículos comenzaron a utilizarse, las compañías no estaban convencidas de que contribuyeran a una mejor conducción. Para resolver esta incertidumbre, una empresa de taxis alemana llevó a cabo un estudio. Además de otras ventajas, el vehículo no experimentará derrapes al pisar el freno por completo y se podrá reducir hasta un 15 % la distancia necesaria para detener el automóvil.
Hoy en día podemos afirmar con seguridad estas características, sin embargo, en los años 80 cuando se comenzó a utilizar este sistema, las compañías no estaban seguras de si realmente ayudarían a mejorar la conducción. Para comprobarlo, una compañía alemana de taxis decidió llevar a cabo un estudio. Dividieron a sus conductores en dos grupos: uno de ellos utilizaría frenos ABS y el otro no. A los conductores del grupo que utilizaría frenos ABS se les informó que este sistema era nuevo y más seguro, permitiéndoles ganar confianza al tomar las curvas y evitando más accidentes. Sin embargo, de lo que no se les informó a ninguno de los dos grupos es que se colocaron sensores y controles en los vehículos para recopilar información sobre su funcionamiento. Tras tres años de estudio, las conclusiones fueron difíciles de aceptar.
La tecnología fue paradójica
Los resultados fueron paradójicos. Se esperaba que al contar con una tecnología más segura el número de accidentes disminuyera. No fue así. Se mantuvo en los mismos niveles. Pero, además, la media de velocidad aumentó, es decir, los conductores circulaban más rápido en los coches con ABS por lo que se exponían a peores consecuencias en los accidentes.
Las conclusiones fueron claras. Los conductores al sentirse más seguros porque contaban con el respaldo de la tecnología, cometían un mayor número de imprudencias, evitando así los beneficios directos de la propia tecnología.
La potencia sin control no sirve de nada
La moraleja que nos deja la historia de los frenos ABS es el lema del viejo anuncio de Pirelli: «La potencia sin control no sirve de nada». El hecho de tener una tecnología que promete conseguir que los desarrollos de software sean más productivos y cuesten menos, no significa que los equipos de desarrollo vayan a aprovecharla de la forma más adecuada.
La propia compañía que necesita mejorar a través del software, que necesita mejorar mediante la incorporación de estas ventajas que ofrece la Inteligencia artificial, debe ocuparse en comprobar que realmente los desarrollos están siendo más efectivos y baratos. Para ello compararse con el mercado, realizar un benchmarking para conocer nuestra situación con respecto al resto nos dará esa perspectiva correcta.
Dirigirse a una fuente fiable, a una base de datos con referencias de proyectos que nos permitan realizar esa comparación y que tengamos una visión correcta de lo que hacemos, tanto en productividad como en coste y calidad, nos permitirá sacar beneficio de la inteligencia artificial de la forma más adecuada posible.
Si no lo hacemos así, probablemente nos encontremos con que nuestros pilotos de software cogen las curvas a más velocidad y con mayor probabilidad de tener un accidente.
Julián Gómez
Chief Digital Officer de LedaMC