En el marco del decimoséptimo paquete de sanciones contra Rusia, la Unión Europea ha intensificado las restricciones en materia tecnológica para dificultar aún más el acceso del Kremlin a insumos claves utilizados en su maquinaria de guerra. Las nuevas medidas, adoptadas por el Consejo y respaldadas por la Comisión Europea, apuntan a bloquear la adquisición de tecnologías sensibles con potencial uso militar, profundizando la presión sobre el aparato industrial ruso.
El paquete amplía de forma significativa la lista de productos de uso dual (aquellos que pueden emplearse tanto en contextos civiles como militares) y de tecnología avanzada, elementos considerados fundamentales para el mantenimiento y desarrollo de las capacidades militares rusas.
“Estas restricciones buscan cortar a Rusia de tecnologías que son cruciales para su esfuerzo bélico, particularmente aquellas que sostienen su base industrial”, señaló la Comisión en un comunicado.
Entre los productos añadidos a la lista de exportaciones prohibidas se encuentran varios precursores químicos utilizados como propulsores en misiles, como el clorato de sodio, clorato de potasio, polvo de aluminio, magnesio y boro. Según fuentes europeas, hay evidencia de que estos materiales han sido empleados de manera directa o indirecta en la fabricación de armamento ruso.
Asimismo, la UE ha puesto el foco en componentes críticos para herramientas de control numérico computarizado (CNC), tales como tornillos de bolas y codificadores. Aunque las máquinas CNC ya estaban mayoritariamente sancionadas, estas piezas específicas permiten la operación y mantenimiento de equipos existentes dentro de la industria armamentística rusa.
Tecnología como frente de batalla económico
Estas medidas reflejan un giro estratégico en el uso de la tecnología como instrumento de presión económica y militar. Al limitar el acceso de Rusia a estos bienes, la UE busca reducir su capacidad de producción y reposición de armamento, dificultando su sostenimiento logístico en el contexto del conflicto con Ucrania.
Además, las restricciones se acompañan de mecanismos anti-evasión, como la prohibición de tránsito de estos productos a través de terceros países considerados vulnerables a las maniobras de triangulación comercial.
Según datos recientes de la Comisión y la Coalición del Tope al Precio del Petróleo, las sanciones están teniendo un efecto tangible. Rusia ha visto una disminución del 76 % en la utilización de su flota petrolera sancionada, y su acceso a productos industriales y tecnológicos provenientes de la UE se ha reducido en más del 60 % desde el inicio de la guerra.
“Cortar el acceso de Rusia a tecnología crítica es esencial para debilitar su capacidad militar y proteger a Ucrania”, afirman funcionarios europeos.