España sigue rezagada en el ámbito de la transformación digital de las empresas, a pesar de las iniciativas puestas en marcha en los últimos años para digitalizar al tejido empresarial. Según se recoge en el último informe de la Comisión Europea que mide el progreso de los Estados miembros para cumplir con los objetivos establecidos en el programa sobre la “Década Digital 2030”, nuestro país ocupa el puesto 18º en este apartado con una puntuación de 8,7 frente al 9,6 de la media de la Unión Europea, lo que dificulta la consecución de las metas establecidas. A su juicio, ¿cuáles son las causas de este retraso? ¿Qué papel tendría que desempeñar el sector tecnológico durante 2025 para ayudar a las empresas a completar su digitalización?
Aunque España, en relación con otros países europeos, aún no está en los primeros puestos en digitalización, no hay que desdeñar los avances de los últimos años. Hay que tener en cuenta que el tejido empresarial en España está compuesto en un 90 % por pequeñas empresas, en muchos casos unipersonales, que no cuentan con los recursos o el conocimiento para afrontar la digitalización. Sin embargo, se está avanzando. Según datos del Ministerio para la Transformación Digital y la Función Pública, en febrero de 2024 el 52 % de las empresas españolas ya había adoptado la nube y el objetivo es que en 2030 lo haya hecho el 75 %.
En cuanto al sector tecnológico, nuestra función es doble: por un lado, desarrollar tecnologías que puedan aportar valor y, sobre todo, que sean sencillas de usar y con opciones de adquisición que puedan adaptarse a las necesidades de las empresas, según su tamaño y demandas.
Por otro lado, formar a las empresas en los retos actuales y futuros (desde nuevos tipos de malware a normativas) y en cómo avances, como la IA, pueden suponer un peligro, pero también ayudarles a afrontar dichos retos. Hay que aportar soluciones y capacidades para la prevención y recuperación ante ciberamenazas porque la resiliencia del negocio es la de su infraestructura digital. En todo esto el canal de distribución tiene un papel fundamental.
Es fundamental el apoyo público, tanto desde el punto de vista de ayudas y fomento de la educación en cuestiones digitales, como desde el punto de vista de prescriptor, adoptando soluciones para la Administración pública y que ésta pueda servir de ejemplo para las empresas.
En su caso particular, ¿cómo afronta 2025? ¿Dónde se encuentran las mejores oportunidades de negocio para su compañía y qué estrategia van a poner en marcha para aprovecharlas?
La protección de los datos y la ciberresiliencia son cada vez más esenciales y normativas, como la NIS2 o DORA, suponen un avance hacia ese cambio de mentalidad. Las amenazas no dejan de crecer en volumen y gravedad, mientras que la sofisticación de los ciberdelincuentes ha ido en aumento. Para combatir estos ataques, hay muchos aspectos que hay que tener en cuenta: no se trata sólo de defensa y protección, también de vigilar las anomalías para detectar a tiempo las infiltraciones antes de que se produzcan estragos y de la importantísima capacidad de recuperarse rápidamente en caso de que ocurra lo peor.
En 2025 tenemos que estar preparados para afrontar una nueva oleada de ciberataques en los que los atacantes explotan seis “megatendencias” tecnológicas: la inteligencia artificial (IA), la computación en la nube, las redes sociales, las cadenas de suministro de software, el trabajo en remoto y el Internet de las Cosas. Estas tendencias aceleran la escala y el impacto de los ataques, haciendo inútil un enfoque exclusivamente preventivo.
Por tanto, necesitamos un giro claro hacia una mentalidad de “asume la brecha”. Hay que usar tecnologías que puedan detectar e incluso evitar los ciberataques, pero también debemos tener claro que, antes o después, nos va a tocar sufrir uno de ellos. Por lo tanto, es clave tener los procesos corporativos adecuados: este cambio reconoce que las ciberamenazas no son un problema exclusivo de los departamentos de TI sino de toda la empresa. El objetivo es alcanzar la madurez cibernética, definida por un sólido plan de recuperación, la concienciación a todos los niveles de la organización y un énfasis estratégico en la resiliencia. Y ahí es donde está Commvault: creando resiliencia para un “negocio continuo” que nunca para, detectando, alertando y recuperando el negocio cada vez de forma más automatizada para tratar de hacer la brecha tan irrelevante como inevitable.