No ha podido ser. El coronavirus se ha impuesto a la tecnología y ha vencido. La cancelación del Mobile World Congress era algo que se veía venir desde hace días, pero siempre quedaba un mínimo de esperanza. Hasta ayer. A mediodía saltaban todas las alarmas con la reunión de urgencia convocada por la organización. Horas después saltaba la noticia con un escueto comunicado de prensa en el que la organización: GSMA, señalaba que, con el fin de respetar el entorno medioambiental y sanitario de Barcelona, y del país, cancelaba el MWC de Barcelona 2020 «porque la preocupación global por el coronavirus, los viajes y otras circunstancias han hecho imposible para GSMA su celebració». A lo que añadía que tanto la organización como las autoridades continuarán trabajando al unísono, apoyándose mutuamente para la edición 2021 y futuras ediciones.
El miedo al contagio y al coronavirus comenzó a amenazar a la feria cuando LG anunció su decisión de no participar para no exponer a sus empleados, partners y clientes a los riesgos asociados al viaje y al contacto con personas procedentes de China. Esta cancelación dio paso a otras de grandes tecnológicas, lo que provocó que la organización tomara medidas extras para garantizar la seguridad de los expositores y asistentes.
Estas medidas no consiguieron convencer a una parte de los expositores y, aunque en España no hay ninguna situación de alerta sanitaria, la renuncia de compañías de la talla de Intel, Cisco y las que se produjeron durante el día de ayer como la de las operadoras como Deutsche Telekom, BT y Orange precipitaron la decisión.
En el aire quedan entre 13.000 y 14.000 puestos de trabajo y 500 millones de euros.