El sector tecnológico avanza a pasos agigantados. Si comparamos la industria de hace diez años con la actual, podemos observar cómo ha evolucionado hacia un modelo más eficiente, sostenible y con un impacto cada vez mayor —y mejor— en la sociedad. Sin embargo, y por desgracia, este progreso en materia de innovación contrasta con la persistencia de carencias en materia de igualdad de género.
Según un estudio elaborado por la Fundación VASS, solo el 18 % de las mujeres se especializan en disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Este dato no solo refleja su escasa presencia en las empresas tecnológicas, sino que evidencia un problema estructural: muchas niñas y mujeres jóvenes no se sienten llamadas a una carrera en este ámbito. Lejos de ser un hecho aislado, esta situación responde a múltiples factores, desde estereotipos de género hasta la falta de referentes femeninos visibles en el sector tecnológico.

El talento no entiende de género. Sería absurdo desaprovechar el potencial y la capacidad de aprendizaje de la mitad de la población en un sector clave para el desarrollo económico y social solo por meros prejuicios. La tecnología es el motor de la transformación del siglo XXI, y las mujeres deben estar en el centro de este cambio. Su escasa presencia en las aulas STEM y en las compañías tecnológicas no solo limita su desarrollo profesional, sino que también priva a la industria de perspectivas diversas e innovadoras, perpetuando roles de género y sesgos injustos y contraproducentes para el conjunto de la sociedad.
Es fundamental fomentar vocaciones STEM desde edades tempranas y mostrar que estas carreras son una opción real para todas las personas. No se trata solo de atraer talento femenino al sector, sino de garantizar que las niñas crezcan con la convicción de que pueden liderar el futuro de la tecnología y, sobre todo, abrirles puertas para hacerlo posible. Para ello, es imprescindible actuar en múltiples frentes: educación, visibilidad y políticas de conciliación e inclusión. La colaboración público-privada es clave para impulsar estos cambios.
Desde el ámbito educativo, si realmente queremos fomentar el acceso de las niñas a una formación tecnológica, debemos empezar por la base: reformar el sistema educativo para eliminar las barreras existentes y adoptar un enfoque más práctico. Si aspiramos a formar a las mentes del futuro, no podemos seguir educando con métodos del pasado. En este sentido, desde AMETIC hemos propuesto un Pacto de Estado por la Transformación Integral de la Educación y el Talento, con el objetivo de mejorar la calidad educativa, romper con los arquetipos de género y preparar a las nuevas generaciones para los desafíos tanto del presente como del futuro. Adicionalmente, es crucial garantizar que la educación en tecnología sea accesible para todos, independientemente de su situación económica, género, edad o nivel de formación básica.
Pero el cambio no puede limitarse solo a las aulas. Las compañías tecnológicas también tienen la responsabilidad de dar un paso al frente y asumir un papel activo en la atracción y retención de talento femenino. La implementación de políticas de igualdad salarial, programas de mentoría, medidas de conciliación y la eliminación de sesgos en los procesos de selección son fundamentales para generar un entorno en el que las mujeres puedan desarrollarse profesionalmente sin barreras. Además, desarrollar modelos de liderazgo inclusivo con el objetivo de asegurar una mayor presencia femenina en puestos de responsabilidad es otra iniciativa urgente dentro del sector. En este sentido, nuestro comité ejecutivo cuenta con un 60 % de representación femenina, lo que demuestra que el liderazgo diverso no es una cuestión de cuotas, sino el resultado de la excelencia profesional y el gran trabajo de mujeres altamente capacitadas. De esta manera, no solo enriquecemos la toma de decisiones y la capacidad innovadora de las empresas, sino que también inspiramos a las generaciones futuras a imaginarse a sí mismas en estos roles, creando un efecto multiplicador.
Desde AMETIC, también impulsamos iniciativas concretas para fomentar el talento femenino, como nuestro programa de mentoring en colaboración con la Real Academia de Ingeniería. A través de esta iniciativa, profesionales de empresas tecnológicas de prestigio acompañan a jóvenes ingenieras en su transición del mundo académico al profesional.
La llegada de la IA no ha hecho sino hacer más evidente y urgente la necesidad de asegurar la diversidad en todo el proceso de desarrollo y adopción tecnológica.
Por un lado, cuando la IA se aplica correctamente, puede ayudar a eliminar sesgos en los procesos de selección, garantizar la equidad en las evaluaciones de desempeño y apoyar en la toma de decisiones más objetivas, lo que contribuirá a una representación más equilibrada en todos los niveles.
Además, la propia naturaleza de la inteligencia artificial abre nuevas oportunidades para las mujeres en sectores que tradicionalmente han estado dominados por hombres. Al tratarse de una tecnología emergente, surgen nuevas posibilidades para todos, por lo que es fundamental incentivar el acceso a la formación y los recursos necesarios para que el desarrollo y la aplicación de la IA se realicen en un entorno justo y equitativo.
Sin embargo, no podemos dejar de alertar sobre el grandísimo riesgo que afrontamos de cara a la potencial ingente adopción de la IA en nuestra vida cotidiana si no somos capaces de garantizar la diversidad en el desarrollo y aplicación de los algoritmos.
La IA produce resultados exponenciales en base al uso de datos. Tanto los datos de origen, como la programación de los algoritmos deben garantizar la diversidad, de otra forma podemos estar avocados a un mundo con mucho más sesgo, polarizado y desequilibrado.
No se trata de ser catastrofista, pero sí, de ser conscientes de que hoy, quizá más que nunca, la diversidad cobra una gran importancia para garantizar el bienestar social por el efecto exponencial de la tecnología.
Este Día Internacional de la Mujer debemos actuar con determinación. No podemos seguir permitiendo que el talento femenino sea un recurso infrautilizado en el sector tecnológico. Para alcanzar una igualdad real, necesitamos el compromiso decidido de todos los agentes implicados: empresas, administraciones públicas y la sociedad en su conjunto. Aunque hemos avanzado en este camino, todavía queda mucho por hacer y, por tanto, es el momento de asumir este reto con firmeza y trabajar en soluciones realistas y efectivas.
En definitiva, ha llegado la hora de garantizar que la revolución digital sea también una revolución en igualdad. Desde AMETIC lo tenemos claro: el futuro de la tecnología debe escribirse en clave diversa.