El uso de las tecnologías touchless está en vías de tener una aplicación extensiva a todo tipo de sectores, tanto para uso profesional como para el ciudadano de a pie. Si bien ahora estamos viendo soluciones sin contacto centradas en alguna de las opciones biométricas, creo que en el futuro integrarán todas o varias de ellas a fin de dar total libertad de interacción al usuario, haciéndolas más inclusivas y naturales.
No es de extrañar, por tanto, que se estime que el mercado touchless alcance una facturación de 13.000 millones de euros en 2025 y que el 50 % de las aplicaciones incluyan, al menos, un tipo de experiencias touchless como la mirada, la voz, los gestos o la realidad virtual o realidad aumentada en dos años.
Pero lo que muchos se preguntan es ¿cómo se almacenan mis datos en el eye-tracking?,¿con qué fin?, y ¿es peligro para mis datos en Internet que las empresas cuenten con las coordenadas de mi iris? Creo que es bueno incidir sobre el potencial en un futuro próximo y tranquilizar sobre la actualidad y sobre cómo acontecerían los hechos, igual que ha pasado en otras ocasiones.
El eye tracking funciona cogiendo fotos de la cara de la persona para poder establecer unas coordenadas y gestionar el movimiento de los ojos. En el caso actual de IRISBOND, ni las fotos de la cara ni las coordenadas del iris/ojos se almacenan.
El eye-tracker podría llegar a recoger mucha información, dónde miras, dónde no miras, en qué orden, el tiempo que miras cada cosa, qué miras cuando tomas una decisión, emociones cuando ves determinada información (si subes o no las cejas o abres más o menos los ojos o la dilatación de la pupila o los movimientos de la boca), la identidad biométrica, el sexo, edad, raza, complexión, algunos datos de la personalidad, intereses, etcétera. Incluso enfermedades. Como herramienta para entender al individuo es muy potente, pero, igual que pasa hoy por hoy con nuestra navegación, toda esta información se tendría que recoger bajo consentimiento del usuario. Lo que nos puede generar mucha tranquilidad con respecto a la privacidad de los datos y obligación de gestionarlos con el máximo nivel de seguridad es que podrían llegar a ser datos médicos, biométricos o que revelen etnia.
En cualquier caso, y esto es muy importante, pasa todavía por una evolución de la tecnología del eye-tracking (la precisión obliga hoy a que el eye-tracker que recogiera toda esta información fuera un dispositivo externo), porque las grandes marcas tecnológicas implanten un eye-tracking de calidad en los dispositivos del usuario final (tablets, móviles, ordenadores) y por un aprendizaje en el análisis de esos datos. Y, mientras tanto, la Ley de Protección de Datos se irá adaptando a las nuevas vías de recogida de datos y obligará al usuario a dar su consentimiento igual que pasa hoy con las cookies de navegación.
Una nueva tecnología siempre despierta muchas suspicacias, pero los ciclos de implementación son largos. Hoy es una herramienta muy especializada y de usos muy concretos y controlados. La masificación llegará, pero paso a paso. Digamos que tiene el potencial de recoger mucha información sobre el usuario, sus emociones y su forma de actuar, pero nunca podría ser sin la petición e información expresa por la Ley de la Protección de datos. Es una herramienta con mucha capacidad de extraer información de un individuo, pero también queda mucho por andar, aunque el futuro se vaya dibujando ya en lo que a tecnología eye-tracking se refiere.
En cualquier caso, lo dicho, hoy por hoy no recogemos datos y, si lo hacemos, es con fines de aprendizaje y mejora de nuestra herramienta, con el consentimiento del usuario y no vinculados a datos personales. Los datos que generamos se descartan porque solo los usamos para que la herramienta lance la información necesaria para que el dispositivo funcione.
Oskar Berreteaga
Jefe tecnológico de IRISBOND