Disponer de un responsable de rendimiento puede suponer un ahorro de entre un 15 % y un 30 % de los costes tecnológicos a las empresas. Una reducción de costes que es clave para las organizaciones, de hecho, según un estudio de Orizon, el 88 % de las compañías españolas con presupuestos TI por encima de los 200 millones de euros anuales tiene como prioridad reducir su factura tecnológica.
La investigación de Orizon refleja, además, que el 40 % de las compañías ya empieza a integrar en sus equipos a profesionales que se encargan de reducir los costes. Para conseguir este objetivo se apoyan en el concepto “rendimiento”, de esta manera buscan garantizar que las infraestructuras y las aplicaciones que conforman la tecnología del negocio funcionan correctamente, cumplen en tiempo y forma los objetivos para los que fueron creados.
En cuanto a los problemas que imposibilitan la reducción de costes, el 85 % de los responsables del coste de las empresas apuntan a la excesiva complejidad de los sistemas y su volatilidad, según datos de Orizon. Por último, el informe de la tecnológica española muestra que actualmente menos del 10 % de las empresas afirma tener una visión unificada a la hora de comprobar el rendimiento global de la tecnología. Hay que tener en cuenta también que en la actualidad el área de infraestructura y operaciones absorbe entre el 15 % y el 25 % del gasto en TI de las grandes empresas y Desarrollo entre un 30 % y un 40 %.
Un enfoque compartido que desde Orizon ven como la razón fundamental de los sobrecostes, a lo que se suma el imparable crecimiento de la complejidad de la tecnología y la creciente dependencia de suministradores terceros “en los que tiene mayor peso su propio negocio que buscar los mejores rendimientos de los sistemas que proveen y desarrollan para sus clientes”, ha comentado Ángel Pineda, CEO de Orizon.
Pineda ha comentado, además, que “esta falta de diálogo provoca que un software desarrollado para una actividad del negocio se pruebe y constate que funciona correctamente, pero no se tenga certeza sobre cómo va a comportarse de verdad cuando se lance en las infraestructuras”. Esta realidad deriva en que, como ha descrito, “cuando ocurren problemas se multiplique exponencialmente el tiempo para dar con su origen o se opte por sobredimensionar la infraestructura para asegurar su funcionamiento, lo que dispara absurdamente el coste”.