La inteligencia terrestre, que consiste en aplicar inteligencia artificial a los datos de observación de la Tierra para ofrecer soluciones adaptadas a diferentes sectores y funciones empresariales, está experimentando un rápido crecimiento y transición del ámbito gubernamental al privado. Según un informe de Gartner, los ingresos anuales generados por esta tecnología alcanzarán los 4.200 millones de dólares en 2030, frente a los casi 3.800 millones previstos para 2025.
El estudio destaca que, entre 2025 y 2030, los ingresos directos acumulados para los proveedores de tecnología y servicios relacionados con la inteligencia terrestre podrían rozar los 20.000 millones de dólares. Estas cifras incluyen la venta de datos, servicios de análisis y aplicaciones específicas, sin contar los beneficios indirectos como mejoras en la productividad o reducción de costes.
Bill Ray, vicepresidente y analista de Gartner, explica que “el futuro de la inteligencia terrestre estará liderado por aquellos proveedores que sean capaces de interpretar y aprovechar el enorme volumen de datos sin procesar que se generan”. Ray pone ejemplos reales de cómo esta inteligencia ya aporta valor: desde la detección de árboles caídos que bloquean vías ferroviarias tras tormentas, al seguimiento de la temperatura en refinerías para analizar la producción mundial, el conteo de vehículos para estudiar patrones de tráfico y tendencias de consumo, o la monitorización del transporte marítimo para evaluar la actividad logística.
Actualmente, la mayor parte de los datos de observación terrestre procede de organismos gubernamentales, pero Gartner prevé un cambio significativo: para 2030, las empresas privadas invertirán más en inteligencia terrestre que los gobiernos y las fuerzas armadas juntas, representando más del 50 % del gasto total, frente a menos del 15 % en 2024.
Este giro abre un enorme mercado para las compañías tecnológicas, que podrán vender datos, modelos y aplicaciones a empresas que no cuentan con recursos propios para analizarlos. Además, la proliferación de satélites en órbita terrestre baja (VLEO), más económicos y capaces de captar imágenes con una resolución de hasta 10 centímetros está impulsando la generación masiva de datos. Tecnologías avanzadas como el radar y la imagen hiperespectral permiten observar aspectos hasta ahora invisibles, mientras que la combinación de datos satelitales con sensores y drones en tierra multiplica el valor de la inteligencia terrestre.
Ray subraya que “la inteligencia artificial juega un papel clave para transformar este vasto volumen de datos en información útil y adaptada a modelos específicos de cada industria y función”. Así, la inteligencia terrestre se perfila como un motor fundamental para la innovación y la competitividad empresarial en los próximos años.