Intel presentó sus resultados económicos la semana pasada correspondientes al segundo trimestre fiscal, un periodo en el que registró una pérdida neta de 1.610 millones de dólares y unos ingresos de 12.833 millones de dólares, una cifra un 1 % inferior al mismo trimestre del año pasado y por debajo de las estimaciones.
“Nuestros resultados financieros del segundo trimestre han sido decepcionantes, a pesar de que alcanzamos hitos tecnológicos clave en productos y procesos”. Con estas palabras, Pat Gelsinger, CEO de Intel, comenzaba su explicación sobre la estrategia que va a llevar a cabo la firma en los próximos meses, que conlleva el despido del 15 % de su plantilla a nivel global, y que busca “acelerar nuestra transformación ID, 2.0”.
Gelsinger, que ha reconocido que “las tendencias del segundo semestre están siendo más desafiantes de lo que esperábamos”, ha destacado que la compañía está aprovechando “nuestro nuevo operativo para tomar medidas decisivas que mejorarán la eficiencia operativa y de capital”. Estas acciones, “combinadas con el lanzamiento de Intel 18A el próximo año para recuperar el liderazgo en tecnología de procesos, reforzarán nuestra posición en el mercado, mejorarán nuestra rentabilidad y crearán valor para los accionistas.»
David Zinsner, director financiero de Intel, ha ido más allá al explicar que «los resultados del segundo trimestre se han visto afectados por los efectos negativos sobre el margen bruto derivados de la aceleración del lanzamiento de nuestro producto AI PC, unos gastos más elevados de lo habitual relacionados con negocios no estratégicos y el impacto de la capacidad no utilizada». Con el plan de reducción de costes la compañía espera “mejorar nuestros beneficios y fortalecer nuestro balance. Esperamos que estas acciones mejoren significativamente la liquidez y reduzcan nuestro saldo de deuda, al tiempo que nos permitan realizar las inversiones adecuadas para impulsar el valor a largo plazo para los accionistas”.
Plan de reducción de costes
Concretamente, entre las medidas que va a adoptar Intel se “incluyen un reajuste estructural y operativo en toda la empresa, reducciones de plantilla y reducciones de gastos operativos y de capital de más de 10.000 millones de dólares en 2025”. Como resultado Intel “pretende conseguir una clara línea de visión hacia un modelo de negocio sostenible con los recursos financieros y la liquidez continuos necesarios para apoyar la estrategia a largo plazo”, asegura la firma en un comunicado en el que detalla los cuatro pilares de la estrategia:
Reducción de los gastos de explotación. La compañía racionalizará sus operaciones y recortará significativamente el gasto y la plantilla, reduciendo la I+D no-GAAP y el marketing, general y administrativo a aproximadamente 20.000 millones de dólares en 2024 y aproximadamente 17.500 millones de dólares en 2025, con nuevas reducciones previstas en 2026. Intel espera reducir la plantilla en más de un 15 %, y la mayor parte de esta reducción se completará a finales de 2024.
Reducción de los gastos de capital. El objetivo de la firma es reducir los gastos brutos de capital en 2024 en más de un 20 % con respecto a las previsiones anteriores, situando los gastos brutos de capital este año en entre 25.000 y 27.000 millones de dólares. Intel prevé un gasto de capital neto de entre 11.000 y 13.000 millones de dólares. En 2025, la empresa prevé unos gastos de capital brutos de entre 20.000 y 23.000 millones de dólares y unos gastos de capital netos de entre 12.000 y 14.000 millones de dólares.
Reducción del coste de ventas. Intel espera generar 1.000 millones de dólares de ahorro en costes de ventas no variables en 2025. “La combinación de productos seguirá siendo un factor negativo el próximo año, lo que contribuirá a una modesta mejora interanual del margen bruto en 2025”, asegura la firma.
Mantener las inversiones básicas para ejecutar la estrategia. Intel sigue manteniendo sus inversiones para construir una cadena de suministro de semiconductores resistente y sostenible en Estados Unidos y en todo el mundo.