La transformación digital está avanzando rápidamente en todos los ámbitos de la Administración Pública, pero es especialmente relevante en los servicios de salud y educativos, tanto por el elevado porcentaje de población que es usuaria de los mismos como por el importante volumen de recursos que gestiona, y que es necesario optimizar. En nuestro país, dado que la mayor parte de competencias con relación a la prestación de estos servicios está en manos de las Comunidades Autónomas, son ellas las responsables de liderar esa transformación.
En el ámbito de la sanidad la tecnología está produciendo un cambio radical en cómo se desarrolla la actividad en hospitales y centros sanitarios, ya que afecta a todas las facetas de la organización, desde la atención al usuario/paciente, hasta el trabajo de los facultativos y personal sanitario, pasando por la gestión de operaciones de la organización en todos los ámbitos – administración, servicios generales, gestión de personal, infraestructuras, etc.
Hay una serie de cambios y tendencias que están impulsando la transformación digital en el sector de la sanidad. En primer lugar podemos mencionar la necesidad de optimizar los recursos. Las nuevas tecnologías permiten hacer más con menos, facilitar y simplificar la gestión de las infraestructuras y optimizar el uso de recursos. Un ejemplo es el uso de historiales médicos electrónicos, que está ahorrando muchos recursos en pruebas repetidas y son accesibles, con las infraestructuras de comunicaciones adecuadas, desde cualquier lugar. Muchas Comunidades Autónomas, como pueden ser Andalucía, las Castillas o las Islas, con territorios dispersos, un médico rural puede acceder a radiografías y otras pruebas realizadas al paciente en el hospital provincial, que se encuentra a 100 o 200 kilómetros de distancia.
Un segundo elemento dinamizador sería el objetivo de ofrecer una atención al paciente de mejor calidad. Una forma de mejorar esa calidad es facilitar al máximo al paciente el acceso a los servicios sanitarios, minimizando tiempos de espera, etc. Las nuevas tecnologías permiten mejorar los sistemas de cita previa o evitar que el paciente tenga que desplazarse para una consulta. Por último hay que mencionar las exigencias regulatorias. Las normativas de protección de datos, necesarias en un mundo hiperconectado y lleno de amenazas cibernéticas a la privacidad y confidencialidad del paciente, están íntimamente relacionadas con la gestión de la seguridad de las infraestructuras de TI.
En el ámbito de la educación los retos no son menores. En los últimos veinte años los procesos de enseñanza-aprendizaje han experimentado un enorme cambio, que ha venido tanto por la implementación de nuevas metodologías y estrategias didácticas, como por la aproximación radicalmente distinta que tienen las nuevas generaciones hacia la educación. Los centros educativos y las administraciones responsables de su gestión tienen que avanzar en la digitalización, no sólo para satisfacer las demandas de estas nuevas generaciones de estudiantes, sino también para estar preparados para dar respuesta a dificultades imprevistas, como ha ocurrido con la reciente pandemia, que ha exigido implementar rápidamente plataformas de educación a distancia.
Las nuevas metodologías educativas se basan en conceptos como “flipped classroom”, enseñanza hiperpersonalizada, métodos adaptados a una generación de “nativos digitales”, programas formativos abiertos (MOOC), etc., que se caracterizan por tener una enorme dependencia de las nuevas tecnologías y de la conectividad a red.
La red, elemento clave en la transformación digital
Por tanto, para que gran parte de estas tendencias y cambios se produzcan es necesario disponer de una infraestructura tecnológica adecuada. Estos cambios dependen en gran medida de las redes para poder ser implementados, por lo que se han convertido en el gran facilitador de la transformación digital. Las tendencias tecnológicas que se han ido incorporando en los últimos años a la sanidad y la educación –BYOD, IoT, Cloud, Big Data, etc.- exigen un planteamiento de red que difiere radicalmente de las arquitecturas tradicionales, pensadas para entornos de uso de las TIC que tienen poco que ver con los actuales. La red tradicional, monolítica, estática, pensada para dar servicio a equipos de sobremesa y conectar centros de datos físicos tiene que dar paso a una red flexible y ágil, infinitamente distribuida, que acaba donde se conecta el último usuario, y pensada para dispositivos móviles y autónomos (IoT), centros de datos distribuidos o en la nube y perímetro difuminado.
Javier Jiménez
Country manager de Extreme Networks