Aunque 2025 acaba de comenzar, todo indica que la guerra comercial se intensificará en los próximos meses. ¿Cuáles serán las principales consecuencias? Según advierte Control Risk, la escalada de las tensiones generará fragmentación en las cadenas de suministro y sistemas financieros, complicando las decisiones tecnológicas. Además, la política económica de China, centrada en su fuerte sector manufacturero, y las tensiones con Estados Unidos, especialmente en áreas como los semiconductores, aumentarán la incertidumbre, afectando tanto a países desarrollados como emergentes.
Qué dicen las consultoras
Las principales consultoras globales han analizado cómo la guerra comercial y la imposición de aranceles pueden afectar al sector tecnológico. En este sentido, Gartner advierte de que las tensiones comerciales pueden interrumpir las cadenas de suministro tecnológicas, afectando la disponibilidad y los costes de componentes clave. Además, señala que las empresas tecnológicas podrían enfrentarse a desafíos en la planificación de inversiones debido a la incertidumbre económica generada por los aranceles.
Tanto la guerra comercial, como la imposición de aranceles, podría tener un impacto considerable en sectores tecnológicos clave
McKinsey, por su parte, destaca que los aranceles pueden aumentar los costes de producción para las empresas tecnológicas, lo que podría trasladarse a los consumidores en forma de precios más altos. La consultora también menciona que las empresas podrían verse obligadas a reconfigurar sus cadenas de suministro y operaciones para mitigar los efectos de los aranceles, lo que podría afectar a la eficiencia y a la rentabilidad.
En cuanto a IDC, la firma señala que las políticas comerciales proteccionistas pueden ralentizar la adopción de nuevas tecnologías, ya que las empresas podrían posponer inversiones en innovación debido a la incertidumbre económica. Además, advierte de que las restricciones comerciales pueden limitar el acceso a mercados clave, afectando el crecimiento de las empresas tecnológicas en regiones específicas.
Por último, Forrester enfatiza en que la guerra comercial puede alterar las estrategias de expansión global de las empresas tecnológicas, obligándolas a reconsiderar sus planes de entrada a nuevos mercados o a adaptarse a regulaciones comerciales cambiantes. La consultora también menciona que las empresas podrían enfrentarse a una serie de desafíos en la gestión de las relaciones con sus partners y clientes internacionales debido a las tensiones comerciales.
Lo que está claro es que tanto la guerra comercial como la imposición de aranceles afectarán significativamente a sectores tecnológicos clave como los semiconductores, fundamentales para dispositivos electrónicos como teléfonos móviles, ordenadores y vehículos eléctricos. Además, la electrónica de consumo, cuya producción en gran parte se lleva a cabo en China, también se vería impactada, al igual que las empresas TIC en general, que experimentarían interrupciones en sus cadenas de suministro y dificultades para acceder a componentes esenciales.
¿Cómo afectaría a las empresas tecnológicas?
Según las principales consultoras, la dependencia de China por parte de muchas empresas tecnológicas podría ser un factor determinante en su rendimiento frente a la guerra comercial y los aranceles. Empresas como Apple, Nvidia, Intel, o Qualcomm, que tienen una gran parte de su producción en el país asiático o dependen de componentes fabricados allí, podrían tener que hacer frente a un aumento en los costes de fabricación, lo que se traduciría en precios más altos para los consumidores, márgenes de beneficios más reducidos para las compañías, y pérdida de competitividad en los mercados internacionales.
La dependencia de China por parte de muchas empresas tecnológicas podría ser un factor determinante en su rendimiento frente a la guerra comercial y los aranceles
Empresas con una menor dependencia directa de China, como Microsoft, también se verían afectadas por las tensiones comerciales. Las alteraciones en las cadenas de suministro podrían interferir en la disponibilidad de componentes, afectando su producción y operaciones. Compañías de electrónica de consumo como Samsung, LG o Sony, cuya mayor parte de la producción de productos como smartphones, tabletas y ordenadores portátiles se realiza en el país asiático, tendrían que lidiar con un aumento de los costes de fabricación, lo que podría encarecer los precios para los consumidores. En cuanto al comercio online, Amazon, por ejemplo, al tener una gran dependencia de productos importados desde China, tendría un gran impacto en su negocio. Y es que los aranceles elevarían los costes de estos productos, afectando tanto a la rentabilidad de la empresa como a la experiencia del cliente.
Ante estas posibilidades más que factibles, ¿qué están haciendo las empresas tecnológicas? Están adoptando diversas estrategias que buscan reducir estos impactos, entre las que destacan la reconfiguración de sus cadenas de suministro, la diversificación de mercados y la inversión en producción local en diferentes regiones.
En cuanto a empresas tecnológicas chinas, como Huawei o ZTE, tendrían que superar varios desafíos. Las sanciones impuestas por países como EE. UU. restringirían su acceso a componentes clave y tecnologías esenciales, lo que afectaría directamente su competitividad en el mercado global. Además, los aranceles aplicados a los productos fabricados en China incrementarían los costes de producción, lo que, a su vez, elevaría los precios para los consumidores y podría reducir la demanda. A esto se sumaría la posible pérdida de acceso a mercados internacionales, lo que limitaría aún más su capacidad de expansión y crecimiento.
En definitiva, las principales consultoras coinciden en que la guerra comercial y los aranceles pueden generar incertidumbre económica, aumentar los costes de producción y afectar la planificación estratégica de las empresas tecnológicas y recomiendan que se preparen para mitigar los posibles impactos negativos.