Si se ha hecho alguna vez esa pregunta, es bastante probable que usted no resida o no haya residido ni tenga familiares en una zona de la España vaciada que aún no tiene Internet a través de fibra óptica. Y, por supuesto, que no haya tenido que vivir estos últimos complicados tiempos para todos en uno de esos municipios.
Los idílicos paisajes de calma, amplios espacios, tráfico escaso y aire puro de las zonas rurales son perfectamente compatibles con las nuevas tecnologías, salvo alguna que otra dificultad técnica a la hora de desplegar redes de fibra óptica debido a la orografía del terreno. Pero es que además de compatibles, son necesarios para un sinfín de procesos que podrían utilizarse para actualizar a las pymes de la zona, empresas agrícolas y locales de hostelería y turísticos, por mencionar algunos. Y también lo es para desarrollar la digitalización del tejido empresarial y las Administraciones Públicas, facilitar el teletrabajo y contribuir a frenar la despoblación de esos municipios por falta de oportunidades.
A nivel del usuario particular la demanda es clara. Así lo demuestra el estudio realizado por el Observatorio ASTEO sobre hábitos digitales en poblaciones rurales con menos de 1.000 y de 10.000 habitantes, que sí tienen Internet.
En aquellas zonas donde sí ha llegado la fibra o ADSL, el uso de dispositivos es alto y además se teletrabaja. Al menos 4 de cada 10 personas activas laboralmente ejercen su profesión a distancia. Es decir: un 25 % teletrabaja. Si tenemos en cuenta que actualmente solo está cubierto el 66 % de las zonas rurales en España (datos de FTTH Council Europe. FTTH/B in Rural Areas 2022) y que, gracias a iniciativas como la Agenda Digital España y al trabajo de las operadoras, la meta es que en todo el territorio se pueda acceder a 100 Mbps de velocidad en 2025; la cifra podría aumentar y ser beneficiosa para todos aquellos pueblos que ven año a año disminuir su población y mermar la calidad de sus servicios.
En las poblaciones con menos de 1.000 habitantes, consideradas ultra-rurales, que cuentan con el servicio de Internet, un 97% tiene y usa el teléfono móvil, un 82% el pc portátil, un 62% la Smart TV y la Tablet o el iPad el 58%. Las cifras son similares y un poco más altas en el caso de aquellos municipios con más de 1.000 y hasta 10.000 habitantes: un 98% usa el móvil, un 87% el pc portátil, un 71% la Smart TV y la Tablet o el iPad el 65%. En conclusión, la demanda y uso del servicio en estas zonas, cuando llega Internet, es alta.
Más allá de esas cifras es relevante conocer también la distribución por edad, no olvidemos que la tendencia es que en estas localidades el número de personas por encima de los 50 años sea mayor que en el resto de municipios. Y aquí otro dato interesante: El 96 % de las personas con 55 años o más cuentan con un teléfono móvil, un 78 %, usa el ordenador portátil, el 61 % el PC de mesa, el 53 % la smart TV y el mismo porcentaje la Tablet o iPad. Según disminuye la edad de los consultados todos estos porcentajes no hacen más que aumentar, salvo en el PC de mesa.
Entre las consultas realizadas por el estudio también se preguntaba por las actividades que realizaban con mayor frecuencia. Después de navegar, enviar e-mail o usar redes sociales, se encuentra realizar gestiones bancarias. Es decir, un 68 % – en el caso de los pueblos con menos de 1.000 habitantes- y un 71 % en el caso de los de menos de 10.000 pueden mantenerse en contacto con su banco. Por supuesto que, en este caso, además de la llegada de la fibra, es relevante la preparación digital de los usuarios, así como el desarrollo de servicios complementarios como las iniciativas puestas en marcha por entidades como Correos y por la AEB en representación de los bancos.
En pocas palabras, en las zonas con menos de 10.000 habitantes, que actualmente representan al 90 % de los municipios de España, la llegada de Internet va asociada con un uso intensivo de la misma. Por tanto, es un servicio necesario y útil para sus residentes.
Está claro que vale la pena, Eso sí, para 8 de cada 10 (78 %) es importante dotar a los habitantes de estas zonas de habilidades digitales. Asimismo, un porcentaje similar (77 %) aclara que la digitalización debe ser un proceso inclusivo que contribuya al desarrollo sostenible del mundo rural. En conclusión, no solo es necesario desplegar las infraestructuras, sino también estimular el progreso socio económico de estas regiones.
Pedro Abad
CEO de Asteo Red Neutra