El reciente acuerdo entre Estados Unidos y China para suspender temporalmente los aranceles a productos tecnológicos ha sido recibido con alivio en los mercados, pero no ha alterado una realidad que ya se venía consolidando: la creciente preocupación de las empresas por la estabilidad del comercio internacional. Lejos de confiar en una resolución definitiva del conflicto comercial, muchas compañías están acelerando planes de diversificación y relocalización de sus cadenas de suministro.
Una encuesta de la consultora Bain & Company muestra que más del 50 % de las empresas globales prevén aumentar su producción en territorio nacional o en países cercanos antes de 2026. El estudio refleja un cambio estructural en la estrategia empresarial, donde la eficiencia en costes empieza a ceder terreno frente a la necesidad de estabilidad y proximidad logística. Además, dos de cada tres directivos afirman que incrementarán su número de proveedores para reducir la dependencia de regiones como Asia.
Este fenómeno también ha sido identificado por EY, que revela que el 53 % de las empresas ya ha realizado operaciones de near-shoring o re-shoring en los últimos dos años. Se trata, en muchos casos, de movimientos hacia México, Europa del Este o el sudeste asiático, con el objetivo de reforzar la resiliencia frente a futuras crisis geopolíticas o interrupciones logísticas. Un 44 % adicional tiene previsto seguir este mismo camino en los próximos 24 meses.
La incertidumbre no solo ha afectado a las decisiones de producción, sino también a las expectativas de crecimiento. Según un estudio de Grant Thornton, el 56 % de las empresas considera que la actual volatilidad económica y comercial es uno de los factores más restrictivos para su expansión. En respuesta, muchas están adoptando estrategias de diversificación geográfica y contratos de suministro en países políticamente más afines, en una tendencia que la consultora denomina “friend-shoring”.
El impacto no se limita al corto plazo. Un informe de PwC sobre cadenas de suministro a 2030 destaca que el 88 % de las organizaciones está inmerso en una transformación de sus sistemas logísticos para ganar agilidad y adaptabilidad. Entre las prioridades se encuentran el cumplimiento de criterios ESG, la automatización de procesos, la creación de redes más flexibles y la preparación frente a la escasez de talento y materiales clave.
En este contexto, incluso grandes tecnológicas como Apple han anunciado planes para reducir su dependencia de China. Aunque la empresa mantiene parte de su producción en Asia, está incrementando la fabricación en India y ha confirmado inversiones históricas en territorio estadounidense para asegurar el control de su cadena industrial. Estos movimientos no solo responden a criterios logísticos, sino también a una estrategia de imagen y alineamiento político.
Los analistas coinciden en que la era de las cadenas de suministro hiperglobalizadas ha entrado en una fase de revisión. La prioridad ya no es solo el coste, sino la capacidad de resistir crisis inesperadas, como la pandemia, la guerra en Ucrania o los recientes conflictos arancelarios. Este cambio de paradigma está marcando un nuevo modelo económico, en el que la proximidad, la redundancia y la sostenibilidad son claves.
A pesar del acuerdo actual entre China y Estados Unidos, el clima internacional sigue siendo volátil. Las empresas, conscientes de ello, están dejando de depender de acuerdos puntuales y están apostando por modelos estructuralmente más sólidos. Las decisiones que hoy se están tomando en las salas de juntas podrían definir el mapa industrial de las próximas décadas.