Según un estudio de Wi-Fi Alliance, más del 70 % de todo el tráfico inalámbrico, en todas sus formas, se hace mediante tecnología Wi-Fi. Las nuevas tendencias tecnológicas apuntan hacia un escenario en el que el usuario va a exigir de las aplicaciones de su dispositivo móvil, y por tanto de su conexión Wi-Fi, una experiencia tan simple, instantánea y fiable como la de cambiar de canal en un aparato de televisión.
Y es que estamos entrando en una era en la que el dispositivo, las aplicaciones y la forma de conectividad importan en la medida en que son capaces de ofrecer al usuario la experiencia de uso que espera. Además, las expectativas del usuario crecen sin cesar al mismo ritmo que la aparición de nuevos dispositivos y aplicaciones. Cada vez que el usuario obtiene una experiencia satisfactoria se eleva un poco el listón de sus expectativas. Así, espera obtener en cualquier sitio, ya sea una cafetería o un estadio de fútbol, la misma experiencia de uso que obtiene en su propio hogar, donde tiene a su disposición toda la capacidad de conexión de su línea de banda ancha.
Nos encontramos ante una segunda ola tecnológica dentro del fenómeno BYOD, o si se quiere, ante una superación de esta tendencia. Llegamos a la era del “internet de las cosas”, y decimos “cosas” porque cualquier objeto parece susceptible de conectarse a la red. Desde relojes o gafas, los famosos “wearable devices”, hasta coches o termostatos. Pero todas tienen algo en común: utilizan Wi-Fi como tecnología de conectividad.
Nadie sabe el alcance que tendrá esta nueva tendencia, hay cifras y estimaciones para todos los gustos. Pero parece claro que superará con creces el impacto que BYOD está teniendo y tendrá a corto plazo sobre la red.
Escalabilidad: la única forma de estar preparado
Recapitulando, tenemos crecientes expectativas del usuario en cuanto a experiencia de uso, creciente número de dispositivos y aplicaciones móviles, y el fenómeno “internet of things” a las puertas. Nadie sabe hasta donde va a llegar todo esto, y así es difícil planificar y dimensionar la capacidad de la red para hacer frente a todo ello. Solo podemos hacer una cosa: disponer de una arquitectura de red lo suficientemente flexible, abierta y escalable para ampliarla fácilmente conforme vayan evolucionando las necesidades, y al mismo tiempo proteger la inversión ya realizada.
En estas circunstancias, a la hora de planificar la red Wi-Fi corporativa, el tradicional enfoque de maximizar la cobertura de la red ya no es adecuado. Ahora se trata de maximizar la experiencia del usuario en cualquier punto de la red, y ello tiene que ver con la capacidad de la red para gestionar de manera óptima la densidad de dispositivos de un entorno determinado en un momento determinado.
El objetivo es por tanto planificar la red de forma que sea escalable, para acomodarse a la creciente densidad de dispositivos y ofrecer a todos ellos el rendimiento esperado. Este es ahora el punto más crítico a la hora de planificar una red si queremos que siga dándonos el servicio esperado durante los próximos años
[button link=»» icon=»9998″ target=»» color=»000000″ textcolor=»ffffff» size=»small»]José Carlos García,responsable técnicoExtreme Networks[/button]