La decisión de Intel de aceptar las ayudas del Gobierno de Estados Unidos que ascienden a 7.860 millones de dólares, conlleva ciertas restricciones comerciales. Así lo publica Reuters que destaca que una de las más significativas es la limitación impuesta a la venta de acciones de su división de fabricación de chips, Intel Foundry, en caso de que esta se convierta en una entidad independiente.
Esta medida, parte de un plan gubernamental de 39.000 millones de dólares para fortalecer la cadena de suministro de semiconductores en Estados Unidos, busca garantizar que las inversiones y la tecnología desarrolladas con fondos públicos permanezcan dentro del país. Aunque la compañía buscaba atraer inversores externos para acelerar el crecimiento de Intel Foundry, estas nuevas condiciones podrían limitar sus opciones estratégicas y ralentizar el proceso de expansión.
Intel, bajo la dirección de Pat Gelsinger, anunció en septiembre la creación de Intel Foundry, una subsidiaria independiente dedicada a la fabricación de chips. La compañía se mostró abierta a la inversión de terceros en esta nueva unidad.
Intel acaba de informar a la SEC que las ayudas recibidas obligan a la compañía a mantener al menos el 50,1 % de las acciones de Intel Foundry, incluso si ésta se independiza. Si Intel Foundry se vuelve pública e Intel deja de ser el principal accionista, la venta a un solo inversor se limita al 35 % antes de activar cláusulas restrictivas.
Para garantizar la continuidad de sus proyectos estratégicos en Estados Unidos, que ascienden a 90.000 millones de dólares, y mantener su posición en el mercado global de semiconductores, Intel debe cumplir con los requisitos establecidos por el gobierno. Cualquier cambio en el control de la empresa podría tener implicaciones significativas para la industria tecnológica estadounidense y requeriría la aprobación de las autoridades competentes.