La banca acelera su apuesta por la inteligencia artificial, con una inversión global que podría rozar los 67.000 millones de dólares en 2028, según las previsiones de IDC. La cifra supone más del doble de los 31.000 millones desembolsados en 2024, una muestra del papel central que la tecnología está adquiriendo en el sector.
Un informe reciente de SAS, “De los algoritmos al impacto: El futuro de la IA en la banca”, elaborado a partir de la opinión de ejecutivos financieros de todo el mundo, identifica cinco lecciones clave para una adopción responsable y rentable de esta tecnología. La primera de ellas apunta a la necesidad de que la inteligencia artificial esté plenamente integrada en la estrategia corporativa y cuente con el respaldo directo de los equipos de liderazgo. Los directivos advierten de que no puede considerarse un proyecto secundario ni ejecutarse en compartimentos estancos. En un horizonte de cinco años, estiman que la implicación de la alta dirección será crucial para desarrollar modelos capaces de anticipar crisis y reducir riesgos, como los potenciales impagos derivados de una recesión.
La segunda conclusión sitúa a las personas en el centro de la transformación. Los participantes coinciden en que invertir en talento y cultura corporativa sigue siendo esencial, y que el juicio humano continúa siendo irremplazable en decisiones estratégicas como la gestión de riesgos o los procesos de reducción de costes. Una cultura que valore los datos como activo estratégico, señalan, abre la puerta a nuevos modelos de negocio, eleva la calidad del servicio y contribuye a la inclusión financiera.
El tercer punto subraya la importancia de cimentar bases sólidas antes de avanzar hacia desarrollos más complejos. Para los líderes bancarios, resulta indispensable contar con una infraestructura robusta, preferentemente en la nube, acompañada de una gobernanza de datos clara y principios de datos sintéticos bien definidos. Objetivos acotados y a corto plazo ayudan, según el informe, a mantener la disciplina, reforzar la confianza y facilitar el cumplimiento normativo.
La cuarta lección pone el foco en la innovación. Más allá de adquirir soluciones, los expertos defienden que las entidades deben impulsar la creatividad interna y dotar a sus equipos de herramientas de IA que aumenten la productividad y reduzcan tareas rutinarias. Tecnologías capaces de generar parte del código para nuevos procesos representan, afirman, un ejemplo del incremento en eficiencia, permitiendo a los equipos dedicar más tiempo al análisis estratégico y a la experimentación.
Por último, el informe destaca la necesidad de fomentar la curiosidad y la colaboración. En un entorno de cambios acelerados, los ejecutivos insisten en que la conectividad entre bancos, universidades y startups será decisiva para mantener la competitividad, reforzar la seguridad y garantizar la continuidad del negocio. Todo ello, recuerdan, sin renunciar a la supervisión humana, considerada indispensable para preservar la creatividad y la responsabilidad.
En un sector donde la confianza es un activo tan valioso como frágil, los expertos concluyen que una adopción responsable de la inteligencia artificial, sustentada en una gobernanza sólida y una gestión prudente del riesgo, puede reforzarla y convertirse en un motor de transformación sostenible.











