2020 se caracterizó por un aumento en el número de ciberataques al segmento empresarial. Los entornos industriales y los servicios esenciales no se libraron de ellos.
La presencia de dispositivos IoT en el entorno industrial como aquellos que controlan el alumbrado o los contadores digitales de luz y agua, por poner algunos ejemplos, necesitan una protección contra los ciberataques, con herramientas que eviten la modificación de su firmware y la intercepción de la red que los controla. Dispositivos que, en caso de ataque, afectarían gravemente al funcionamiento de las industrias y de los servicios que ofrecen, con graves pérdidas económicas y de reputación.
Un ataque de ransomware podría conllevar paradas de producción y de denegación de servicio, algo que ya ha ocurrido en empresas del sector eléctrico y del agua, por lo que integridad y confidencialidad deben protegerse.
Las previsiones apuntan a que en 2021 el sector industrial puede sufrir un incremento de las amenazas, por lo que deberá adaptar sus estrategias para afrontar el nuevo modus operandi de los ciberdelincuentes.
Entre los retos que estas empresas deben acometer figuran la incorporación de la ciberseguridad en la cadena de suministro o en el diseño de los proyectos de digitalización industrial, entre otros.
La Directiva NIS, a nivel europeo, intenta frenar la preocupación por las posibles consecuencias de los ciberataques en los servicios esenciales. Y reducir el peligro que supone para la seguridad pública y la seguridad nacional, así como la obligación de, en caso de incumplimiento, del establecimiento de un régimen sancionador por parte de los Estados Miembros.
En España los operadores de servicios esenciales tendrán que notificar a la autoridad competente los incidentes que puedan conllevar efectos importantes en esos servicios.
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